“Amor y amistad”, de Whit Stillman

Autor:

CINE

“Stillman ofrece respeto por la obra de Austen y picardía para conjugarla en su (juguetona) sensibilidad postmoderna”

 

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“Amor y amistad” (Love & friendship)
Whit Stillman, 2016

 

Texto: JORDI REVERT.

 

En la extraña y seductora “Damiselas en apuros” (“Damsels in distress”, 2011), Whit Stillman se mostraba como un cineasta sensibilizado con las implicaciones de una sociedad heteropatriarcal y al tiempo encantado de abrazar la extravagancia como motor de su estilo. Atendiendo a lo primero, no debería extrañarnos que su siguiente largometraje sea una adaptación de “Lady Susan”, relato breve y en forma de intercambio epistolar en el que Jane Austen extraía todos los recelos, prejuicios y mezquindad de la alta sociedad inglesa de su tiempo. Atendiendo a lo segundo, el afecto de Stillman por una caligrafía desconcertante permitía intuir una adaptación lejos del academicismo más conservador.

Y efectivamente, Stillman ofrece en “Amor y amistad” respeto por la obra de Austen y picardía para conjugarla en su (juguetona) sensibilidad postmoderna: rótulos que acompañan las eventuales lecturas de cartas en voz alta; tarjetas de presentación con los personajes posando y mirando al espectador; incómodos planos cerrados sobre lujosos salones que, lejos de ensalzar la pomposidad de la estancia, enrarecen la imagen y la situación de los personajes en el encuadre –los anuncios de la llegada de invitados−; y una enorme astucia para los diálogos que se concilia sin problemas con la ácida prosa de Austen –sin ir más lejos, la presentación de Sir James Martin (Tom Bennett)−. Stillman extrae toda la contemporaneidad de la escritora británica, traslada la vivacidad de la compleja red de relaciones sociales y encuentra en Kate Beckinsale una perfecta aliada para incorporar la complejidad de su Lady Susan. Entre la manipulación y la búsqueda de libertad en un contexto social asfixiante, entre la conveniencia y la necesidad de abrirse paso, Beckinsale dota al personaje de los matices precisos para nunca quedar expuesto al juicio inmediato. El otro gran talento es el del propio Stillman adaptando, capaz de crear personajes auxiliares que no chirrían para acomodar las palabras de Austen –la señora Cross (Kelly Campbell)− o de llevar el epílogo más allá no sin cierta dosis de malicia. Su fantástica relectura del texto confirma que no es mejor adaptación aquella que menos se distancia del original, sino aquella que mejor entiende su esencia y la interpreta en los límites de su personalidad propia.  

 

 

 

Anterior crítica de cine: “La llegada”, de Denis Villeneuve.

 

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