Álex O’Dogherty y La Bizarrería: en directo y en el backstage

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«Siempre en mi cabeza tenía que algún día tocaría mis canciones en público, pero mi carrera como actor iba saliendo adelante y cada vez iba mejor, no tenía un momento libre»

 

Sin duda, el éxito teatral más importante por inesperado, atrevido y original de las últimas temporadas es «The hole», ahora en su segunda entrega «The hole 2». Atentos, en realidad es muchísimo más, si quieren recuperar eso que se llama alegría de vivir métanse en el agujero, no vivan de oídas, métanse de lleno y saldrán con todos sus sentidos recuperados. Álex O’Dogherty opera como maestro de ceremonias y es parte fundamental del equipo creativo. Pero su cuerpo y su cabeza no tienen suficiente, así que ha montado «Mi imaginación y yo» que junto a La Bizarrería suceden a «The hole 2» en el madrileño teatro madrileño de La Latina cada viernes. Lo dicho, no vivan de oídas.

 

 

Texto y fotos: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

 

¿Merece la pena divertirse?¿Se imaginan un día, un solo día sin música, sin arte, sin magia? Así es el pie emocional que nos da O’Dogherty para incitarnos al agujero desde un escenario de piernas abiertas. Y va muy bien acompañado de la troupe camaleónica que se mueve por «The Hole 2». Álex regresa al agujero del que salió, engañado y vendado por sus amigos en su despedida de soltero; antes de firmar una vida normal con una nueva pareja, abogada de profesión, con la que formar un entorno de seguridad jurídica (no puedo evitar reírme al recordar cómo lo narra O’Dogherty), aparece sobre el escenario desde el público. Y el reencuentro con Mary Of The Sea, María del Mar de ahora en adelante, su rata exnovia, le suscita el misterio y los celos necesarios para quedarse y recuperarla cuando descubre que anda con un vigoréxico Gato Volador. A partir de aquí se suceden sus pasos intercalados con números de cabaret, circenses, revista, cuplé, magia, baile y monólogos, todos del máximo quilate.

Por escenografía, música, vestuario, y en general por sus recursos de producción y técnicos ya asombra «The hole 2», pero es que el contenido es oro. Es imposible citar a todas y cada una de las artistas y de los artistas que agrandan el agujero, pero además de citar al propio Álex O’Dogherty, están Vinila Von Bismark como Madame Zoltar, y María Adamuz, espectacular, como María del Mar, debido a que tienen todos ellos mayor presencia a lo ancho y profundo del agujero aunque, insisto, todos los artistas son de cita. Quizás, si quiero destacar un número en el que confluyen música, riesgo y ese sentido tragicómico que hay en todo: la trapecista Marilen Ribot, sin red, jugándose el impresionante físico, mientras suena y ella mueve los labios para acompañar a Lola Flores en «Ay pena, penita, pena». Zambra acrobacia. Desbordante.

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Con este agujero en la cabeza, y repitiendo aún mi memoria a corto plazo el monólogo enterito de O’Dogherty sobre la conveniencia de reducir las bodas de oro de cincuenta a veinte años, igual que los discos de oro han pasado de 50.000 a 20.000 copias (pausa reflexiva), o aquel en que la prensa devuelve años después citas rotundas de alguien que ahora no podría ser igual de rotundo, por ejemplo, Mick Jagger diciendo «Prefiero estar muerto a cantar ‘Satisfaction’ cuando cumpla los cuarenta y cinco años» (pausa reflexiva, I can’t get no…). Con todo esto, digo, me preparé para la siguiente embestida de Álex, ahora con La Bizarrería.

Sabía de su pasión por la música que unida a la mía por entrelazarla con un buen espectáculo, me acomodó en una de las butacas de La Latina. Los antecedentes de este tipo de aventuras son varios, el más claro si nadie me desdice estaría a cargo de Nancho Novo y Los Castigados Sin Postre, teniendo ambos protagonistas carrera actoral, Académica Palanca también estaría ahí. Los Petersellers en su mejor momento, Juan Antonio Canta-Pabellón Psiquiátrico, Mojinos Escozíos o Daniel Higiénico serían otros ejemplos, aunque nacen de patrones más musicales y muy ligados a un género. Álex, en cambio, es un camino abierto donde las cuatro direcciones se mezclan constantemente. Rock, funky, blues, pop, aires de tango, de su Cádiz y Andalucía, y el swing que tiene nada más pulsar y entonar conforman las luces más evidentes de un espectáculo que encierra mil detalles para el recuerdo. La relación de Álex con sus órganos, teclados (Casiotone incluido), guitarras, vientos y artefactos sonoros, su capacidad compositiva y grandeza escénica, despliegan un universo pianocéntrico sobre el escenario. Solo con esto ya puedes estar entretenido todo el rato aunque no cante. El piano recién pescado y creado a propósito para el espectáculo, además de cumplir con su función, es una caja de sorpresas constante, literalmente. De ahí emergerá hasta un pequeño hermano. Todo está personalizado por Álex y para el público. O’Dogherty persigue, desea, anhela divertir y comunicarse con el respetable, recupera el aura artística que tiene la música y el teatro en vivo frente al producto industrializado que puedes encontrar en casi todos los musicales de la Gran Vía madrileña. Hasta el disco «Mi imaginación y yo» (2013) mantiene el pulso del directo, está montado sobre una visita a su fantasía distribuida por estancias, habitaciones, calles o cualquier recurso que apoye la canción que anuncia. Recuerda al magnífico «Encasadenadie» (1992) de Los Sencillos en ese aspecto. Casualidades sin más y con todo.

La Bizarrería cumple las dos definiciones del termino: algo diferente y algo valiente. Primero saben integrarse al universo de O’Dogherty para luego aportar su lado más personal, haciéndose notar. La colección de guitarras que había sobre el escenario era ideal: eléctricas de caja y cuerpo macizo, mandolina eléctrica, clásica y acústica, ukelele… seguro que se me escapa algo. Y todo tenía su momento. Es cierto que falta a La Bizarrería cierta garra o más soltura en algunos instantes, y tal vez sea porque compartir escenario con Álex pueda imponer: muchos elementos teatrales que están en juego se escapan al músico, pero es cuestión de tiempo hilar mejor esos compases. La Bizarrería está formada por Miguel Marcos (guitarra y cosas con cuerdas), Richard Libeton (batería y palés), Alberto Torres (teclados, guitarra y báscula), Pepe Curioni (bajo) y Giuseppe Di Gloria (técnico), según vienen citados en el libreto que acompaña al cedé más deuvedé «Mi imaginación y yo».

Otro lujo que se permite Álex O’Dogherty, y de paso el público, son los invitados. Infiltrados desde las mesas de la platea ascendieron al Olimpo: Goyo Jiménez, Julián Villagrán y Vicky Luna. Vicky, además de integrar el muy recomendable dúo Chez Luna, colabora de la misma manera que lo hace con Álex con La Canalla, que guarda varias similitudes ideológicas con O’Dogherty. Daría algo por ver ambas propuestas sobre un escenario. No seré yo quien descubra ahora que Cádiz es mucho Cádiz. Pero vean, otro gaditano como Villagrán, con firme trayectoria como actor que ya ha obtenido dos Goyas, le dio y le da a las seis cuerdas increíblemente; tanto que su participación enseñó lo que puede pasar si La Bizarrería afloja el corsé que le aprieta: apoteosis rock and roll circus. El perfecto contrapunto humor-música vino del improvisado tándem formado por Álex y Goyo Jiménez para narrar que ‘No hubo manera’. ‘Imbécil’, ‘Niña de chocolate’, ‘Venveteven’, ‘Una canción muy bonita’, ‘Cuatro minutos’ y la desbordante ‘Mi energía es mía’, fueron los momentos álgidos de un espectáculo y un artista corriendo por la vía libre de la imaginación: arriesgando, actuando, provocando y tocándonos de verdad en «The Hole 2» y en «Mi imaginación y yo», revelando esa mezcla que tanto necesitamos: cabeza, cuerpo y corazón. Pura expresión artística.

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Coque Malla no faltó a la fiesta de hoy. Álex dudaba de su asistencia y fue uno de los escasos momentos que le noté inquieto, me confesó su admiración por él antes de comenzar la noche, y esa fascinación por él fue lo que le impidió llamarle para que participara en la grabación de «Mi imaginación y yo». O’Dogherty se desquitó y desde el escenario se lo confesó a Coque ante el público. Y es que hay algo de esa chispa primigenia de ‘Guárdalo’ en su repertorio. Es más que interesante rastrear las influencias que O’Dogherty acapara, aunque lo asombroso es disfrutar como hace de médium para sintetizarlas en su original propuesta. Así que llegué hasta su camerino para recabar respuestas y sensaciones sobre una de las trayectorias más interesantes que están sucediendo y que de ningún modo hay que dejar escapar.

¿Cómo llegas a «Mi imaginación y yo»? Viendo el despliegue que has realizado no es cosa de un día.
Empecé a escribir canciones hace quince años aproximadamente, según me iban surgiendo, y las guardaba en mi casa. Al principio tenía unas cuantas que eran de eso, de amor, a mis novias, a mis ex o a lo que fuera en aquel momento, y fui reuniendo un montón [de canciones]. Siempre en mi cabeza tenía que algún día las tocaría en público, pero mi carrera como actor iba saliendo adelante y cada vez iba mejor, no tenía un momento libre. Tenía mi propio espectáculo que era un monólogo «¿Y tú de qué te ríes?», con muy buenos momentos, muy divertido,  pero siempre he tenido en la cabeza mis canciones. Con el paso de los años años, claro quince años, acabé con cuarenta y tres canciones en mi haber.

¿Siempre has compuesto desde un tono de humor?
Ahora mismo en mi currículum hay o dos tipos de canciones o todas son parte de mí, es un estilo que es el mío. Es verdad que hay unas canciones que tienen mucho humor, sobre todo fue a raíz del programa de Dani Mateo «Noche sin tregua», en el que me pidieron hacer una colaboración. Acababa de hacer una canción de humor, y empecé a meterle humor a mis canciones y a raíz de aquel programa compuse varias específicamente para «Noche sin tregua», que eran muy de humor pero al mismo tiempo seguí componiendo canciones muy serias que no tenían nada de humor, que tenían mucho amor y que a mí me gustaban mucho. Incluso en la última etapa de escribir canciones que fue el año pasado y el anterior, depende del momento que me cogiera, escribía una canción como ‘Mil cepillos de dientes’, que es muy seria, o como ‘No hubo manera’, que es todo lo contrario. Cuando pasó lo de Dani Mateo yo ya me decidí a hacer un espectáculo con canciones, de hecho lo hice, lo monté e hice hasta dos minipruebas en bares de Zaragoza y Granada, pero fue cuando empezó «Camera Café». Mi vida cambió totalmente, entonces ya estaba todo el tiempo viajando Madrid-Sevilla, Sevilla-Madrid y ya no pude hacer nada, y luego vino «Doctor Mateo», fueron ocho años maravillosos en los que me cambió la vida y afortunadamente una vez que acabó «Doctor Mateo» empezó «The hole» y me pude apuntar a un curso aquí en Madrid. Ya llevaba yo años que me quemaba la historia por dentro de cuándo iba a hacer algo.

¿Curso de composición?
Sí, sí, armonía y eso. Entonces, el profesor era Miguel Marcos, que hoy es el guitarrista de La Bizarrería. En todo este periplo desde aquel año nos conocimos, le comenté mi proyecto que tenía cuando volví de Estados Unidos adonde me marché después de «Doctor Mateo» a desconectar y hacer cosas. Volví con muchísimas ganas y tenía muy claro que iba a montar este espectáculo de canciones. La Bizarrería es algo que sale de Miguel, yo no sabía lo que quería hacer con mis canciones. Quería hacer algo con ellas pero no sabía el qué. De hecho tenía un espectáculo escrito, casi escrito, que se llama «El amor es panaque» que espero hacerlo dentro de poco. Entonces a Miguel le gustaron mucho mis canciones y empezamos a montarlas, él buscó unos músicos y el cielo se abrió.

Entonces llega el momento de grabar «Mi imaginación y yo». Cuentas con Fernando Vacas como productor y múltiples colaboradores de lujo: Kiko Veneno, El Selu, Mastretta, Tote King, etc.
Antes del disco hubo que montar el espectáculo, crear el piano, todo toma su forma hasta que Paramount Comedy nos grabó el deuvedé que se regala con el disco y toma una dimensión hasta que llega el momento de grabar el disco. Entonces conocí a Fernando Vacas.

¿Le escoges tú, casualidad?
Sí, le escojo yo, bueno, había hecho una cosa con una amiga mía: Belén López, estaba muy contenta, me había hablado muy bien de él. Coincidimos en un festival, así todo muy… Pasamos una noche entera hablando, lo vimos claro y del tirón empezamos a rodar. Iba a hacer una película, al final no se hizo la película, se hizo pero me sacaron a mí de ella y vi el cielo abierto: ahora lo grabamos. Fue muy interesante grabar en Córdoba, empezamos a llamar a gente para que colaborara y todo el mundo quiso, Kiko entre ellos, y fue maravilloso; todo un poco conceptual, un poco diferente, con muchos cortes distintos aparte de las canciones, magnífico todo.

Hay muchos referentes en tu imaginación, de todo tipo y lugar, por citar uno aparece en algún momento el elefante de «El Guateque» de Peter Sellers. ¿Hasta qué punto te dejas influir por ellos?
Todo el disco es un viaje a través de mi imaginación, un viaje que pasa por muchas habitaciones y una de ellas es una fiesta, y sí hay un elefante ahí, me alegro que lo hayas visto porque hay muchos referentes muy ocultos. En este disco hay dos referentes de dos películas: «El resplandor» y «El Guateque», que son posiblemente muy opuestas pero que puede ser que reflejen mucho en mí lo que me gusta; por un lado una película que marcó mi adolescencia: «El resplandor», y otra que me ha gustado siempre que es «El Guateque» y Peter Sellers. Además de otros muchos referentes cinematográficos y musicales en cada canción, por supuesto, que no lo he hecho consciente pero durante muchos años todo esto que me he tirado solo en mi casa, componiendo y estudiando a otros artistas como Jamie Cullum, Vinicio Capossela, Paolo Conte… Ojalá se me haya pegado algo de alguno de ellos, luego tengo mis referentes íntimos: Lenny Kravitz, Los Ronaldos, este disco está plagado de influencias variopintas de jazz, de folk, de pop, de rock de funky, y me he quedado con ganas de hacer cosas pero…

… Pero vendrán.
Ya vendrán, claro. Se me han quedado muchas canciones fuera del disco, de hecho, para el próximo no creo que vaya ni siquiera a componer ninguna canción nueva, a lo mejor sí, pero hay seis o siete que se han quedado fuera y podrían haber estado perfectamente.

Estás «En el aire» con Andreu Buenafuente todos los lunes, donde sincronizas con la actualidad y la entrelazas con tus humores en forma de canción. Está la cosa difícil para averiguar si una noticia es noticia o es humor blanco, negro, absurdo o libre. Te propongo relacionar tres de ellas, por ejemplo:
Obama felicita a Rajoy (14/01/2014), ¿este es un caso claro de humor negro?
Sin duda.

Dos en una: las recientes alusiones al santoral de nuestros ministros y la afirmación de Rajoy: «Todo es falso salvo alguna cosa» (04/02/2013).
«Todo es falso salvo alguna cosa» es muy absurdo.

El nuevo cardenal español Fernando Sebastián asegura que la homosexualidad es una “deficiencia” (19/01/2014).
Humor científico.

Por último, un cuestionario express como protagonista y espectador en vivo.
¿Últimamente qué artista o concierto de los que has asistido recuerdas con más emoción, que te haya sorprendido?
Jamie Cullum.

¿En general, qué artista y concierto de los que has asistido guardas en lugar preferente?
La primera vez que vi a Los Ronaldos. Coque viene hoy a vernos, espero conocerle. Coque ha sido mi influencia durante toda la vida y hemos hablado por whatsapp hace poco y fue al único al que no me atreví a pedirle la colaboración para este disco porque me daba vergüenza, así que igual ya para el próximo.

¿A qué artista has seguido en plan fan fatal alguna vez?
Creo que a Joaquín Sabina, cuando era adolescente era mi gran ídolo junto a Los Ronaldos. Me acuerdo un concierto de Los Ronaldos en Sevilla en primera fila, gritando, dándolo todo.

¿Qué directo tuyo atesoras con más emoción?
Por nostalgia te puedo decir el primero que dimos con La Bizarrería en el Café de La Palma en dos metros cuadrados, éramos seis personas con un piano de cola y, joder, solo ser el hecho de la primera vez que por fin cantaba mis canciones en directo pues merece la pena destacarlo. Pero cualquiera de estos que estamos viviendo aquí en La Latina es inolvidable, francamente.

¿Con quién te gustaría compartir escenario?
Pues aquí me estoy dando grandes gustazos, tío, la verdad es que estoy compartiendo escenario con gente tan buena que estoy flipando. Por aquí han pasado Dani Rovira, Joaquín Reyes, Arturo Valls, Goyo Jiménez hoy, Vicky Luna, Rozalén, Merche, Roko, mis compañeras María Adamuz y Vinila von Bismark… La lista es interminable y acabaremos la semana que viene con Toni Zenet. Estoy pendiente de que Kiko Veneno por fin se decida a venir, el Tote King va a ser difícil, no quiere, cuando se sale de su rollo le da cosa. Coque [Malla] espero que hoy lo vea y para cuando volvamos aquí, que será en mayo, espero, cinco conciertos más y espero que se venga algún día. Que vengan todos, tío, porque se está convirtiendo en una fiesta que ahora mismo me está dando una pena que se acabe, la verdad.

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