New York Dolls, la cara afable del rock and roll

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«Los NYD cubrieron gratamente el expediente y su tándem compositivo Johansen-Sylvain demostró tener argumentos suficientes para seguir firmando buenos temas sin conformarse con vivir de las rentas de una iconografía idealizada»

New York Dolls
14 de abril de 2011
Sala Stereo, Murcia


Texto y foto: MIGUEL TÉBAR ALMANSA.


Con la famosa frase «When I say I’m in love, You best believe I’m in love, L-U-V», robada a las admiradas The Shangri-Las comienza la canción ‘Looking for a kiss’ y con ella inician los conciertos de New York Dolls, cuarenta años después de su debut.

Al frente de una de las bandas protopunk más influyentes en términos de efectividad –un solo disco para ser historia– la pareja sobreviviente: David Johansen, que continúa cantando correctamente con voz grave y con el mentón bien alto, compartiendo liderazgo junto a su fiel compañero Syl Sylvain. El primero conserva su delgadez andrógina y esos ojillos rasgados tan sospechosos, el segundo miembro original ejerció incluso de teclista, y no pudo estar más divertido y generoso con la afición que se acercó a verlos, lucía una simpática cartuchera de plástico al cinto y su guitarra no cesó de volar por encima de las primeras filas.

En el escenario: muy poco maquillaje y peluquería en pos de un buen sonido, vigorosos riffs de guitarra, mucho rhythm and blues, algo de hard rock, el aroma al girl group sound de los sesenta –con el que Spector marcaría a Ramones– e incluso el buenrollismo jamaicano para despedirse con ‘The end of the summer’, la misma con que concluyen su recién y notable álbum «Dancing backward in high heels» (2011). Para este tercer disco (de la segunda etapa) en el que centraron el repertorio, regrabaron ‘Funky but chic’ –el tema con que David Johansen se lanzó a su exitosa carrera en solitario– y tal cual lo llevan en el directo. Al igual que hicieron en su anterior entrega discográfica con el certero himno ‘Trash’, Todd Rundgren mediante –su producción de antaño–.

En frente, un público que inexplicablemente no llenó la sala –atraído aunque fuera por la leyenda o por la nostalgia– pero que seguramente pudo disfrutar de un buen concierto de rock and roll, celebrando la clásica versión de Bo Diddley tras una curiosa pregunta de Johansen, «¿A cuántos de vosotros os gusta el pop alemán? ¿y las pastillas?», pogueando con ‘Jet boy’  o coreando la famosa e imprescindible ‘Personality crisis’.

Al grito de «Existentialism now!», los NYD cubrieron gratamente el expediente y su tándem compositivo Johansen-Sylvain demostró tener argumentos suficientes para seguir firmando buenos temas sin conformarse con vivir de las rentas de una iconografía idealizada. Aunque próximamente protagonicen gira con algunos de sus aventajados aprendices como Mötley Crüe y Poison, pudiendo así recaudar pingües beneficios y la próxima vez quizá volver con una pequeña sección de vientos y alguna corista que ejerza como tal.

Si ellos dos pueden seguir creando temas como ‘Streetcake’ ¡Pop en estado casi puro!, ¿Quién no quiere disfrutar de los New York Dolls cuatro décadas después?

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