Rubem Dantas: Heredero de razas y ritmos

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«Tuve la dicha de conocer a Paco de Lucía, Ramón de Algeciras, Camarón de la Isla, Pepe Habichuela, La Susi… Trabajar con ellos fue una experiencia para mi carrera. El flamenco para mí es como un tratado de física nuclear»


¿Te gusta leer los créditos de los discos? ¿Sí? Pues entonces no hace ninguna falta que te presentemos a Rubem Dantas, percusionista brasileño esencial en la música española, con vínculos poderosos con el flamenco. Afincado en Granada, Eduardo Tébar conversa allí con él.

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

Ensaya por las mañanas porque cree que los músicos trabajan más frescos a primera hora. Extraño ritual para un artista limado en largas veladas junto a calaveras como Camarón, Jorge Pardo o Paco de Lucía. Brasileño de nacimiento y español adoptivo desde el germen de la Constitución, Rubem Dantas (Salvador, 1954) es y será siempre recordado por introducir el cajón peruano en el flamenco. El antes y el después. Tras toda una vida volcado en proyectos ajenos, el percusionista bahiano se paseó a cuerpo como compositor en “Festejo” (autoeditado, 2008), el álbum que tardó 45 años en parir. Grabación pantagruélica: ¡una treintena de invitados! Y vocación de ONU musical a la manera de Joe Zawinul. Entre los acólitos, colosos como Chick Corea. Afincado en Granada, Dantas se zambulle en la agitada escena musical de la ciudad. Una noche acompaña al guitarrista israelí Dan Ben Lior, otra imparte clases magistrales en un garito –hasta hace poco– humeante, cuando no homenajea al malogrado cantautor Esteban Valdivieso, improvisa con el multiinstrumentista arábigo Suhail Serghini, se trae a Chano Domínguez, a Kind of Cai o colabora con flamencos como Pablo Rubén Maldonado.

¿Eres feliz en esta ciudad?
Granada es fascinante en la cabeza de cualquier americano. Siempre la sentí como mi casa, no sé por qué. Vine aquí por primera vez en el año 76 y ya pensé que sería un buen sitio para vivir. Sabicas me bautizó como Rubem «El Malagueño». Me llamaba su «sobrino malagueño».  Soy un malagueño al que le gusta Cádiz, pero que vive en Granada.

Tardaste casi medio siglo en debutar como firmante. ¿Por qué tanta agonía?
Porque tenía muchos compromisos con otras cosas y no había posibilidad por parte de las compañías discográficas. Ellos estaban más interesados en cantantes que en percusionistas o, incluso, compositores. El mercado musical estaba muy limitado para algo nuevo. Hoy tenemos más posibilidades de producir nuestro propio trabajo y hacer algo más auténtico.

En solitario, pero no solo. Menuda lista de amigos…
Sí, fue un placer poder contar con todos mis amigos para darle forma a “Festejo”. Era un trabajo que ya me estaban pidiendo desde hace mucho tiempo. Cuando iba a festivales, la gente se sorprendía de mi trabajo como compositor, así que era de ley que este disco saliera al mercado.

¿Qué recuerdas de las sesiones con tu noneto y las estrellas invitadas?
Gloria bendita. Imagínate que estás trabajando con el maestro Paco de Lucía, Jorge Pardo, Carles Benavent, Joaquín Grilo… Todos mis amigos del Paco de Lucía Sexteto. Y así una larga lista de grandes músicos y maestros. Me siento muy orgulloso.

Es curioso: empezaste tocando el piano.
Acabé siendo percusionista por mi adicción a la música popular. En la calle no había piano; había otras cosas… También tuve el honor de conocer a mi maestro, Vadinho do Gantois, a los 14 años. De ahí aprendí sobre la música popular de Brasil, donde está realmente la base cultural de mi país.

Llegaste a España hace más de 30 años, cuando se cimentaba la revolución de rock y flamenco de Veneno. ¿Cómo viviste aquel periodo?
Fue una época de transformación. Había curiosidad por indagar en todos los estilos musicales. Fue una maravilla, todo era nuevo para mí. Agradezco mucho haber estado allí, conocer a los grandes y trabajar con ellos. Me siento afortunado de ser parte de esa revolución musical. España estaba muy cerrada y tenía que abrirse al mundo.

Y el duende, ¿cuándo te toca?
Yo llegué al flamenco de pequeño, cuando escuchaba música de España. Tuve la dicha de conocer a Paco de Lucía, Ramón de Algeciras, Camarón de la Isla, Pepe Habichuela, La Susi… Trabajar con ellos fue una experiencia para mi carrera. El flamenco para mí es como un tratado de física nuclear.

Entre tanto, añadiste el cajón. ¿Eras consciente del cambio de sonido?
Sí que lo era. Sabía que era una buena progresión para el flamenco. Hoy en día ya tienes muchos instrumentos de orquesta que se han unido al flamenco. Estoy muy orgulloso por haber dado este paso. Notaba que el cajón que sintonizaba perfectamente con el soniquete a madera del bailaor. Se ha creado una gran escuela de percusionistas en el flamenco.

Tus percusiones se escuchan en dos discos terremoto: “La leyenda del tiempo” y “Sólo quiero caminar”.
El trabajo fue muy duro. No había una referencia anterior, así que imagina el miedo que pasé. Ni yo había escuchado eso antes. ¡Yo era la referencia! Estábamos creando algo nuevo y cada día era un descubrimiento. Treinta años después, parece muy simple, pero en aquellos discos se implantaron las reglas de lo que iba a ser el flamenco futuro.

Aquel sexteto de Paco de Lucía alcanzó niveles estratosféricos de veneración, casi a la altura de los quintetos de Miles Davis.
Nos divertíamos y nos peleábamos mucho. Como cualquier familia. Fueron años inolvidables. Me acuerdo de Manolito Soler en Rusia, sin poder bailar por la cantidad de flores que había en el suelo. Conocí a Paco el mismo día en que despedía a mis compañeros de Viva Bahía. No tenía ni idea de quién era. Me dio un papelito a nombre de Francisco Sánchez Gómez y su teléfono. Mucho después, poniendo orden en mis cosas, ¡una amiga me dijo que él era él! Pasó el tiempo hasta que Paco echó mano del grupo Dolores. Quería hacer algo distinto para el disco de Falla. Al verme, me recriminó que no le había llamado. Le contesté que me acojonaba llamar a una eminencia. ¡Todavía me llama estúpido! [carcajadas].

Pero te ha ido bien. Con el grupo de Chick Corea ganaste un Grammy.
Es una opinión más sobre la música que hacemos. Un Grammy es un premio muy valorado y se agradece que se le dé a la buena música. Siempre anima a seguir trabajando. Chick es un músico de mucho talento, él compuso la música para mí. Se lo merece.

Ahora te suelo ver más centrado en la sanza y la cuica en las jams.
La cuica es muy común en las orquestas brasileñas. Suelo emplearla porque al público le llama la atención, como me ha ocurrido muchas veces con Chick Corea. Me debo estar haciendo mayor, porque la cuica la usan las personas mayores en Angola [sonríe]. En el caso de la sanza, fascina porque suena extraña, mágica.

En Granada, colegas tuyos procedentes del jazz como Dan Ben Lior o el norteamericano Paul Stocker coquetean con el flamenco estos días. ¿Te interesa esa mezcla?
Lo que más he hecho en mi vida es mezclarme. Lo hago desde que vivía en Salvador de Bahía. Es algo que está en mí. Yo nací mezclado: soy una mezcla de razas y de ritmos.

¿Quedan sueños por cumplir en la música?
La música es algo muy grande para mí. Siempre hay sueños que cumplir y sueños que se han cumplido. Ahora lo que quiero es seguir grabando y poder producir con grandes artistas.

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