Quique González: Todo preparado para girar de nuevo, una vez más

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«A veces, tú piensas que has estado mal y solo es tu sensación, porque no has estado mal, pero da igual, cada uno cuenta la feria según le ha ido y a ti, si te ha ido mal esa noche, da igual lo que te digan. Da igual que tengas una crítica buena, da lo mismo»

El viernes 18 arranca «Desbandados», la nueva gira de Quique González, un proyecto con el que se reencuentra con los sonidos acústicos y en el que le acompañará en escena Jacob Reguilón. De esa gira, de canciones y del paso del tiempo, conversa con Juan Puchades en esta entrevista.


Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos extraídas de la web oficial de Quique González.


Días atrás quedamos en hablar a la semana siguiente, pero el viernes por la mañana, Quique me avisa que, por él, podemos hacer ya la entrevista previa a «Desbandados», su gira acústica junto a Jacob Reguilón, que comienza el 18 de marzo. Me coge en una mañana de mucho trabajo y le pido que lo dejemos para el lunes siguiente. Por la tarde, ya más relajado, le telefoneo para concretar la cita de tres días después; mientras charlamos, me pregunta, «¿Por qué no hacemos la entrevista ahora?». «Hombre, porque me pillas fuera de juego, no tengo nada preparado y no sé qué preguntarte». «Ah, entonces estamos igual –responde rápido, pero con su habitual tono pausado–, porque yo tampoco sé qué responderte». Ante tan sólido argumento, no queda otra que conectar la grabadora… y ver qué pasa. Esto que vas a leer es, por tanto, una entrevista totalmente improvisada, sin cuestionario previo.

¿Cómo se te ha ocurrido embarcarte en esta gira?
Por varias razones, hace un montón de tiempo que no toco así, de forma acústica, y me apetece tocar con un poco más de libertad de la que te permite tener una banda de cinco tíos, trece en total, con los técnicos, donde todo tiene que estar un poco más cerrado. También que nunca lo he hecho con Jacob [Reguilón], hemos tocado juntos en gira, pero de todos los formatos que he hecho, este nunca lo había abordado hasta ahora, y esa me parece una buena razón para hacerlo. Además, me apetece tocar otras canciones.

¿Echas de menos eso que hacías hace un tiempo, unos años, cuando cogías el coche e ibas de aquí para allá, tocando tú solo, que debía de ser una buena paliza física?
En aquel momento era más duro de lo que lo recuerdas ahora. Siempre he dicho que me siento, por encima de todo, un músico de club, he crecido en base a eso y en ese tipo de sitios pequeños. También hay una parte de mi público que echa de menos estas actuaciones, que incluso le gusta más verme de forma acústica. Siempre estoy ahí en medio, entre una cosa y la otra.

Con un pie en cada lado.
Sí, como diría el maestro [Sabina]. En medio de ningún lado.

Supongo que se disfruta con todos los formatos, pero, en lo más íntimo, ¿dónde te lo pasas mejor, en una sala con mil o dos mil tíos, o en el club para doscientos o cuatrocientos?
Cuando mejor te lo pasas es cuando estás a la cuatro de la mañana en un bar y alguien saca una guitarra y tocas cuatro canciones para cinco personas, entonces no tienes responsabilidad, nadie te va a juzgar y a todo el mundo le parece algo sublime. Ahí no tienes ningún peso. Así que, como disfrutar, eso es lo que más me gusta, cuando tocamos con César Pop y tocamos de estrangis en Madrid, o aquí, en Cantabria, eso me mola, porque tocas y no tienes responsabilidad. Pero, lo otro, el escenario y el público, es un chute muy importante de muchas cosas, es la culminación. Pero sin responsabilidad disfrutas más, es lo mismo que cuando estás haciendo canciones: Estás tú solo y cuando la terminas, ese es un momento único, algo que se escapa.

¿Se emociona mucho uno cuando remata una canción, y dice, «joder, qué cosa más bonita acaba de salirme»?
Uf, para mí es lo máximo, cómo decirte… yo qué sé… ¡es mi gasolina! Es lo que da sentido a todo. Me he comprado una guitarra nueva, en Barcelona, y si me da dos canciones buenas, ya la he amortizado.

¿Si te da canciones buenas…?
Sí, claro, si me da un par de canciones buenas, ya está amortizada.

¿Son las guitarras, acaso, las que dan las buenas canciones?
No, pero es una parte importante, es más inspiradora una guitarra buena que una guitarra mala.

¿Hay una cierta sensualidad con la guitarra?
No, no, yo no llego a ese punto. Hay una cercanía, pero sensualidad no… Hay sensibilidad, y me gustaría pensar que hay magia, aunque no sé en qué consiste la magia, pero creo en ella.

¿Jacob va ir en esta gira con contrabajo?
Sí, con contrabajo, y en alguna canción con piano acústico, que no lo ha hecho nunca. Aparte de base rítmica, va a ser melódico, Jacob tiene mucho peso.

¿Ya tenéis listo el repertorio sobre el que vais a trabajar?
Estuvimos ensayando un mes, y luego una semana aquí, en mi casa, y más o menos lo tenemos claro. Sobre todo, para el principio, para arrancar, hace falta tener una cosa clara, un poco cerrada, aunque luego iremos viendo qué nos apetece, qué nos pide la gente.

¿Habéis trabajado sobre muchos temas?
Unos treinta, pero no quiero que sea un concierto muy largo, que no se haga muy pesado, porque con una banda puedes jugar con los sonidos, y aquí no tanto. A mí me encanta tocar en acústico, pero entiendo que es exigir demasiado a la gente si el concierto es excesivamente largo, creo que andaremos por los veinte o veintidós temas cada noche.

¿No te apetecía tomarte un descanso más largo después de la gira eléctrica de «Daiquiri blues», o preferías seguir en la carretera?
Si hubiera tenido que seguir haciendo la gira de «Daiquiri», sí que me habría parecido largo, pero hacer otra cosa, para mí es un descanso, es poner la cabeza en otras cuestiones, tocar en otro formato y aprender a hacer otras cosas, crecer de otra manera y tocar diferentes canciones.

¿»Desbandados» está cerrada a las fechas que se han hecho públicas hasta ahora, o va a ser más larga?
No lo sé, pero probablemente continuemos.

«Ahora estoy arrancando con la composición, y creo que estoy arrancando bien, pero cada vez me cuesta más terminar las cosas. Se mezcla un poco todo, que cada vez eres más exigente y quieres hacer algo distinto, hay cosas que te suenan a otras cosas que ya has hecho»

LAS CANCIONES Y EL TIEMPO

Veo que la última fecha la tienes en junio, en la Apolo de Barcelona.
Sí, pero creo que vamos a Sudamérica en julio, entonces, seguramente, volveremos, y como ya está montado, y si va bien, estamos a gusto y a la gente le gusta, pues igual seguimos. Además estoy escribiendo canciones, pero cada vez me cuesta más.

¿Cada vez te cuesta más?
Sí, la verdad que sí.

¿Es un proceso habitual, después de cada disco, o te está pasando solo tras «Daiquiri»?
No, no es habitual, paré un tiempo, para ver si salían otras cosas y me costó mucho arrancar. Ahora estoy arrancando, y creo que estoy arrancando bien, pero cada vez me cuesta más terminar las cosas. Se mezcla un poco todo, que cada vez eres más exigente y quieres hacer algo distinto, hay cosas que te suenan a otras que ya has hecho. Unos días te sientes más inspirado que otros, pero, bueno, estoy bien, estoy tranquilo, estar en esto no me ha supuesto ninguna crisis. Ahora estoy grabando.

Hace poco entrevisté a Javier Ruibal y a la pregunta de por qué en tantos años ha publicado tan pocos discos, me decía «yo es que rompo mucho, porque me da la sensación de que el tema de esa canción, ya lo he tratado en otra, ¿y para qué voy a hablar de lo mismo?».
Sí, joder, Ruibal es un monstruo. Imagino que todos tenemos los mismos problemas y las mismas exigencias, a mí me pasa un poco igual. También es una cosa nuestra… yo qué sé… Si escuchas el último disco de Lucinda Williams, que igual lo han hecho en dos tardes, y es lo de siempre, pero es… uf… Escuchas las canciones de ella, con la guitarra en la cocina y, sí, es lo de siempre, pero es que son tremendas, y hacer eso, o sea, hacer las cosas simples, hacer canciones sencillas, es lo más difícil. Y tampoco me imagino a Lucinda Williams diciendo, «estoy haciendo lo de siempre», lo hace, y ya está.

Antes has comentado que igual vas de nuevo a Sudamérica, llevas un tiempo trabajándote aquellos países, ¿cómo va?
Bueno, entrar es fácil, ya será la cuarta vez que voy a ir. Lo tengo claro, igual que en España fui poco a poco, pues creo que si voy una vez al año y voy haciendo buenos conciertos, igual al final tengo algo. Ahora es duro ir, porque es empezar, pero me gusta mucho y te da mucha experiencia, además sales de aquí.

¿Tus discos se han editado en Argentina, Chile…?
Salió «Ajuste de cuentas», me prometieron que saldrían más, pero no ha salido ningún otro. Pero, bueno, ahora lo tenemos un poco más fácil, la gente puede escuchar la música no solo comprando el disco, y en ese sentido ayudan los medios actuales. Ahora me sigue más gente que hace cinco años, y me siguen más que si solo hubiera existido el disco.

El verano pasado se comentó que ibas a grabar un concierto para la tele y que luego saldría el disco de ese concierto, pero, posteriormente, esa noticia se desmintió, ¿qué pasó?
Aquel concierto no tenía calidad para sacarlo, por realización y producción, y no tenía sentido que saliera. Hubo un lío de comunicación por parte de quien preparó la nota de prensa.

Pero, ¿no estaba en tus planes sacar un directo en aquel momento?
No, para nada. A ver, se habló, y se pensó que si estaba bien, si era una cosa bonita y creativa se podría sacar, pero nada más. Y luego, al ver el resultado, ya ni se planteó. Aquello, para la tele estaba bien, pero nosotros habíamos sacado «Ajuste de cuentas»… y sacar luego esto parecía un poco cutrillo.

¿Eres de los que se graba los conciertos?
Sí, no todos, pero grabo conciertos.

¿Y luego los escuchas?
Claro, pero los escucho para ajustar cosas con la banda y ver lo que estamos haciendo, no los escucho de una forma pajillera [risas].

Sé que, por ejemplo, gente como Rot, Calamaro o Goñi siempre graban para escuchar cómo ha ido.
Sí, es que es para eso, conozco artistas que, incluso, después de tocar juntaban a la banda en un hotel y lo escuchaban. Yo no, yo igual lo escucho a la semana siguiente, tranquilamente, y si tengo que decir algo, pues lo digo, y si tengo que ajustar cosas, trato de ajustarlas con la banda. Pero no llego a un punto excesivo.

¿Hay algo de apuro cuando te vuelves a escuchar?
Bueno… A veces está mejor de lo que pensabas y a veces está mucho peor de lo que pensabas y en otras ocasiones está peor de lo que la gente te ha dicho que estuvo. Otras veces está muy bien, y felicitas a la banda. Pero cuando no estás a gusto con algo, sí, desde luego, da apuro escucharlo, yo creo que soy responsable con lo que hago, me gusta hilar fino.

¿Hay conciertos que se olvidan con rapidez, noches un tanto rutinarias?
Realmente… uf, ¡hay noches que te habría gustado que fuera un concierto más! [risas]

¿Y eso por qué?
Si te importa lo que haces y no has tenido una buena noche… yo no lo olvido. Hace unas semanas tocamos en Madrid y fue gloria pura, y en Barcelona, en el Palau de la Música, y la alegría te dura dos días, pero si hay un concierto malo, estás mal una semana, muy mal. Sí, depende de la responsabilidad que tengas. Pero, a veces, tú piensas que has estado mal y solo es tu sensación, porque no ha estado mal, pero da igual, cada uno cuenta la feria según le ha ido y a ti, si te ha ido mal esa noche, da igual lo que te digan. Da igual que tengas una crítica buena, da lo mismo.

¿Una crítica buena no mejora tu percepción, tú te has quedado mal, y te has quedado mal?
Claro, a todo el mundo le gusta leer críticas buenas, y a todo el mundo le jode leer críticas malas, pero yo termino un concierto y sé si lo he hecho mal, si no hemos dado lo que teníamos que dar.

¿Impresiona el Palau de la Música?
Sí, muchísimo, es el sitio más bonito en el que he tocado en mi vida. En serio. Es el sitio para hacer música. Te cobran hasta por estornudar, eso también es cierto, o sea, te cuesta dinero tocar en el Palau. A mí me ha costado dinero, pero da igual, es una cosa… tocar ahí es un privilegio, si eres músico, que suenen tus canciones en ese lugar es una maravilla.

¿Un local también despierta buenas o malas vibraciones?
Sí, hay sitios en los que no volvería a tocar nunca. Pero hay otros, de lo más cutres, donde tocaría cada semana. Porque sí, hay sitios que dan buenas vibraciones y otros que dan malas vibraciones, depende también mucho de la gente que lo lleva, si te hacen sentir como en casa, todo está bien, pero como te hagan sentir como el huésped de un hotel, es más difícil.

Me decías que estabas grabando, supongo que te refieres a maquetas de los temas que van saliendo, ¿no?
Sí, tengo siete u ocho, pero solo hay dos y medio de los que estoy muy contento, que me gustan, los otros los tengo que mejorar. Pero eso, tengo casi tres que me gustan.

Por lo tanto, ¿no te planteas en el horizonte la salida de un próximo disco?
No, para nada, al ritmo que voy, sin tener muy claro lo que quiero hacer y teniendo lo de «Desbandados» este año… Sacaré el disco cuando tenga las canciones. Voy a ir con calma. No he pensado cómo tiene que ser, pero me apetece algo distinto a «Daiquiri», que fue una experiencia cojonuda, pero este igual lo grabo en casa.

¿Te has montado un estudio en la casa de Santander?
Bueno, tengo una salita con un piano y las guitarras, y estoy aprendiendo a grabar.

Es curioso que a muchos nos impactara «Salitre 48», que en realidad es una colección de maquetas. ¿Te resulta llamativo que uno de tus discos más importantes sea ese, precisamente, grabado de ese modo?
Seguramente, de poder haberlo elegido, «Salitre» habría salido de otro modo, seguro que te lo he comentado un montón de veces. Lo estuve moviendo por todas las compañías y no lo quería nadie. No es que no lo quisieran, es que ni me recibían, ni me cogían el teléfono… Luego, que acabe siendo para la gente un disco especial, me encanta. Respecto al sonido es que, claro, no tenía la intención de ser un disco, es una maqueta, es que solo hay una batería de verdad grabada en todo el disco, y da igual, a nadie le importa. Carlos [Raya] y yo nos pegamos un currazo que no veas. Ahora se cumplen diez años del disco, ha pasado la hostia de tiempo.

¡¿Ya diez años?!
Sí, me parece la hostia.

A todo esto, ¿sabes que Eduardo Izquierdo está preparando una biografía sobre ti?
Sí, lo sé, sé que has participado. Te lo agradezco.

¿Tienes la sensación de que ha pasado mucho tiempo, o no te has dado cuenta?
La verdad es que no lo he notado. De un año y medio hacia aquí, quizá más, pero los años se han pasado volando, no me he dado cuenta, yo creía que era un chaval de veinticinco años haciendo sus canciones. Este oficio tiene mucho de Peter Pan, hay otro ritmo. Mides el tiempo de otro modo, incluso no lo mides. Lo que pasa es que no te das cuenta y han pasado un montón de cosas. Leyendo el libro lo he visto, que tampoco es una biografía, una biografía me parece demasiado, tengo 37 años. ¡Igual no hago nada más en la vida! [risas] Tampoco he hecho nada como para que escriban una biografía.

Qué dices, Dylan a los 37 ya tenía un carro de biografías. Así que no pasa nada.
Pero Dylan es Dylan.

Eso es una visión muy española. Por ahí fuera, cualquiera con cuatro o cinco discos ya tiene su biografía en la calle.
Sí, pero nosotros tenemos vergüenza, somos españoles. Es verdad, tenemos un pudor importante, que incluso nos hace salir a tocar como pidiendo perdón.

Sí, un poco sí.
Es verdad, sí. Salvo el Loco. Y lo digo como un elogio total hacia él.

Sí, él ha sido casi el único que ha practicado aquello del «te lo tienes que creer tú mismo», y el sacar pecho.
Sí, pero cada uno es como es, yo tampoco soy mucho de sacar pecho. Saco pecho aquí, cuando termino una canción. Cuando termino una buena canción, me digo, «joder, soy la hostia», pero me dura cinco minutos. Al día siguiente ya no molo nada.

¿En todos estos años, han quedado muchas canciones en el cajón?
Sí, unas cuantas, de algunas me acuerdo y de otras no, pero sí que tengo unas cuantas, algunas de ellas me gustan mucho, pero no ha sido el momento para ellas. Ahora, en lo que estoy haciendo, estoy tratando de arrancar desde cero y no contar con eso.

¿Esas inéditas, las conservas en una maqueta de referencia?
Sí, pero si me acuerdo, es que merecen la pena. Si no me acuerdo, es que no eran buenas. Hay unas cuantas. Pero tampoco echo la vista atrás, a veces alguien que escuchó alguna me la recuerda y, entonces, sí, la recuerdo yo también. Pero cuando las has dejado pasar será por algo, ¿no?

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