40 años de «La Balsa». El primer himno del rock argentino

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40 años de

Los Gatos en 1967. Foto: Archivo Litto Nebbia.

Hoy se conmemora el 40 aniversario de la grabación de “La balsa”, el primer himno del rock argentino. El tema que dio alas a todo un movimiento. Con un texto de Litto Nebbia –compositor junto a Tanguito de la canción–, alrededor de la historia de la misma, celebramos dicha fecha.

“La balsa”

Estoy muy solo y triste
acá en este mundo abandonado,
tengo una idea es la de irme
al lugar que yo mas quiera.
Me falta algo para ir
pues caminando yo no puedo.
Construiré una balsa
y me iré a naufragar.

Tengo que conseguir mucha madera,
tengo que conseguir de donde pueda.
Y cuando mi balsa esté lista
partiré hacia la locura.
Con mi balsa yo me iré a naufragar.

Litto Nebbia, Tanguito (Ramsés)

Cuenta la historia que “La balsa”, esa canción que surgió una noche en los lavabos de un bar que frecuentaba gran parte de la escena musical que conformó la primera generación del rock argentino, fue el pistoletazo de salida para todo un movimiento musical.

También cuenta la historia que antes de que aparecieran Los Beatniks (con Moris y Pajarito Zaguri), Los Gatos (con Litto Nebbia y Ciro Fogliatta), Tanguito, Manal (con Claudio Gabis y Javier Martínez), Almendra (con Luis Alberto Spinetta) o Los Abuelos de la Nada (con Miguel Abuelo), hubo rock en Argentina. Claro que lo hubo, estuvo Sandro y aquello medio ye-yé que se llamó La Nueva Ola (o El Club del Clan, en referencia a un programa televisivo), cantantes que trasladaban, como habían hecho antes los Teen Tops desde México, los éxitos foráneos al español. Pero cuando se habla de rock argentino hay que buscar la fecha de nacimiento en 1966, cuando Los Beatniks publican un single del que sólo vendieron 200 copias; y si queremos ir un poco más lejos y situarnos en la prehistoria, debemos citar a Los Gatos Salvajes, un grupo de Rosario que junto a las traslaciones a nuestro idioma de las canciones de los Beatles o Berry, ya comenzó a introducir los temas que el adolescente Litto Nebbia componía, todavía influido por, precisamente, las formas y maneras que llegaban desde la música anglosajona.

Pero el rock argentino, tal y como lo conocemos, nace con esos nombres citados –y algunos más, perdón por las ausencias–, gente que coincide en Buenos Aires en la segunda mitad de la década de los 60 y que, sobre todo y más allá de los lugares míticos –La Cueva, Plaza Francia, La Perla del Once, Villa Gesell–, busca una nueva manera de hacer las cosas. Cantan en castellano, se preocupan enormemente por los textos, tratan de buscar un sonido propio, “autóctono”, se comprometen con la sociedad que les toca vivir e incluso están dispuestos a cambiarla con canciones que hablan de libertad y de paz.

Para que todo ello fuera posible, “La balsa” resultó decisiva. Esa canción que Litto Nebbia escribió partiendo del comienzo de un tema que tenía Tanguito (José Alberto Iglesias, también conocido como Ramsés), y que Los Gatos grabaron un 19 de junio de 1967. Cuando se publicó en formato de single (con «Ayer nomás» en la otra cara), se vendió por miles de copias y fue el detonante para que el movimiento accediera a los estudios de grabación y al público. Ese himno caló hondo en la juventud del momento y por ello no está de más que hoy, a 40 años de su grabación, la recordemos como se merece.

Con el tiempo, y muerto Tanguito al ser arrollado por un tren –nunca se supo bien si fue accidente o suicidio–, surgió la sombra de la duda para alimentar la polémica y, de paso, hacerle daño a Litto Nebbia: ¿Quién compuso de verdad “La balsa”? Y es que, ya se sabe, detrás de toda gran canción, anida la historia negra… que siempre alguien se dedica a crear y expandir.

Para recordar aquella canción que hoy sigue sonando igual de fresca que cuando se grabó –y que si no nos falla la memoria en España escuchamos por vez primera en la voz del malogrado Gato Pérez–, le hemos pedido permiso a Litto Nebbia para reproducir el capítulo de su libro Una mirada (Catálogos. Buenos Aires, 2004) en el que, precisamente, y por vez primera en mucho tiempo, escribió su visión de los hechos. La que nosotros nos creemos, pues sabemos de la integridad y honestidad del gran Litto, de las que ha dado sobradas pruebas a lo largo de toda su carrera. A su texto sólo le hemos añadido algunas notas aclaratorias, entre corchetes, para una mayor compresión de algunas citas desde este lado del mundo.

Algún día, con más espacio, deberemos hablar exclusivamente de Los Gatos, que estos días, y por vez primera desde su disolución, han vuelto para, precisamente, recordar los 40 años de su fundación.

Juan Puchades.

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En las fotos, Litto Nebbia (izquierda) y Tanguito.

LA BALSA

Texto: LITTO NEBBIA.


Primero quiero aclarar que la letra de este tema habla, con las humildes metáforas de mi adolescencia, exclusivamente sobre la libertad…

En los mismos meses escribí tres canciones en las que para expresar un deseo de libertad y/o justicia, me amparé en imágenes que simularan el lenguaje de una fábula. Esto es también “El Rey lloró” y “Viento, dile a la lluvia”.

La cantidad de sublecturas e interpretaciones que escuché sobre estos textos muchas veces me han dejado sin habla.

Por ejemplo que, cuando en “La balsa” digo “tengo que conseguir mucha madera…” me estoy refiriendo a alguna droga…

Ni que hablar que estuve fichado a mis 17 años tildado de comunista por el texto de “El rey lloró”…

Cosas que pasan…

Como tantas veces narré, escribí la música y la letra de “La balsa” en La Perla del Once [un bar de Buenos Aires donde habitualmente se reunían los músicos que conformaron la primera generación del rock argentino] durante 1966. Una noche en que Tanguito (Ramsés) me solicitó que lo acompañara al baño para ver qué se me ocurría con el comienzo de un tema que no sabía cómo seguir…

Era normal que si queríamos probar algo con la guitarra tuviéramos que meternos un rato en el baño, ya que el bar estaba plagado de estudiantes y no podías hacer ningún ruido, era una especie de biblioteca nocturna…

Cuando me muestra el comienzo en el baño “estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda…” sobre los acordes Mi Mayor y FA Sostenido Mayor… tomo la guitarra, completo la música, la letra, y luego la titulo “La balsa”, la grabo con Los Gatos, sale el disco, y todo eso que ya a nivel popular todo el mundo lo sabe…

Era muy difícil en esa época hacerse socio de SADAIC [la sociedad que gestiona los derechos de autor en Argentina], porque tenías que tener alguna obra grabada, porque si no la tenías, ¿qué ibas a cobrar…?

Muy de ánimo grupal, pensábamos con Los Gatos que si tuviéramos la suerte de poder llegar a grabar y hacernos conocidos, teníamos que grabar alguno de los temas de los otros muchachos con los que compartíamos tantas noches de bohemia, Tango, Moris, Pajarito, Javier Martínez, entre otros…

Una suma de elementos, como el destino, la suerte, el talento, la originalidad, y todo lo que ustedes quieran agregar, hizo que Los Gatos fuera el grupo que abriera la brecha, el inicio de esta página rica de matices culturales y algunos desaciertos comerciales que es el rock argentino.

Cuando tuvimos la suerte de poder grabar, poseíamos un repertorio de más de veinte canciones mías, y también “La balsa”, escrita con Tanguito, y “Ayer nomás” de Moris y Pipo [Lernoud].

Lógicamente que el grabar ese disco permitió que nuestros amigos se hicieran socios de SADAIC, reconocidos por tener una obra grabada y con éxito internacional. También que ganaran mucho dinero.

Con Tango fuimos a registrar el tema, y como a él le daba vergüenza su mote de “Tanguito”, porque era un término peyorativo que le habían puesto en el barrio, buscaba algo más exótico. Entonces a Ciro Fogliatta [teclista de Los Gatos], que leía mucho sobre egipcios y faraones, se le ocurrió… “Por qué no te ponés Ramsés…?”, y a Tango le gustó; de ahí sale su seudónimo.

Cuando uno registra una canción en coautoría con otra persona, ya se sabe que el monto de derechos que ingresen será el 50% para cada uno. No interesa si uno escribió el 80% o 90% y el otro el resto… Así pasa inclusive con la sociedad de compositores que establecieron Lennon y McCartney durante los Beatles. Hay algunas canciones en las que se nota que la autoría de la música y algunas palabras son de Lennon, o al revés, pero el derecho siempre se repartía igual…

Por eso no entiendo cuando me preguntan: “¿Quién escribió «La Balsa»…?”

Esta fue la historia. Si dudan, hagan una investigación, miren cómo está registrada, sepan cómo se cobró y se sigue y seguirá cobrando, y aunque menos sea, miren las etiquetas de los discos donde figuran los autores…

Grabamos con Los Gatos esta canción hacia fines de 1966 en los antiguos estudios TNT que alquilaba la RCA Victor para hacer sus producciones.

Lo que grabamos fue en realidad una “prueba” de cuatro canciones. “La balsa”, “El rey lloró”, “Ya no quiero soñar” y “Ayer nomás”.

Al momento de dar esta prueba, ya teníamos repertorio con el grupo como para grabar un álbum y medio… casi todas las canciones que están en el primer disco de Los Gatos y algunas del segundo, el que trae como tema fuerte “Viento, dile a la lluvia”.

En junio del ’67 nos dieron la sorpresa de que se iban a arriesgar editando un 33 simple con dos temas de lo que habíamos grabado en la prueba, para testear así un poco cómo podía andar el grupo con esa música extraña para la época y encima cantada en castellano… (?)

Apareció entonces el simple con “La Balsa” y “Ayer nomás”, de Moris y Pipo.

Tímidamente comenzó a sonar en algunas radios, y hacíamos un trabajo nocturno pateando de radio en radio todas las madrugadas tratando de convencer a algún operador que escuchara el disquito, a ver si le gustaba y lo pasaba… Así era el sistema en esa época… luego si el disco había tenido un poco de aceptación, o mejor dicho, si había “picado”, entonces la compañía comenzaba a poner unos pesos de difusión pagada por el artista.

Como todo el mundo sabe, el disco se transformó en un hit y llegó a vender más de 250.000 discos en su momento. Los Gatos pasamos a ser un número uno internacionalmente para toda Latinoamérica, y cada disco nuevo que presentábamos vendía miles por arrastre y gusto popular.

Algunos detalles de esta canción tan querida, tan popular, tan vapuleada…

“La balsa” tiene hoy por hoy más de cien grabaciones internacionales realizadas por diversos artistas.

Su versión original por Los Gatos ha sido reeditada constantemente a través de los años y se vende siempre.

El tema ha sido y sigue siendo punto de referencia para cualquier cita generacional que se necesite. Por eso siempre lo han incluido, y lo siguen haciendo, muchas veces sin respeto alguno, en cualquier disco que trate de seducir comercialmente sobre hechos importantes del ’60.

¿Qué ha pasado con esta canción?

¿Por qué ha resultado ser la elegida de varias generaciones…?

¿Porque rescata la pureza y fuerza de una época…?

Tengo algunos datos para explicarme su trascendencia.

No su éxito comercial, porque finalmente nadie sabe por qué algo se transforma en éxito, ni siquiera detallando el aparato publicitario que haya tenido.

Creo que “La balsa” aparece en un momento de mucha ebullición social por parte de la juventud en nuestro país.

Su letra es bastante directa y simple, a pesar del tratamiento metafórico sobre la libertad.

La originalidad del sonido grupal y de mi manera de cantar fueron también relevantes…

Pero hay otro dato que me parece más significativo.

Si escuchamos esa versión original de “La balsa” por Los Gatos, hoy, a más de treinta años de haber sido publicada, notaremos que es una canción muy melodiosa, con un ritmo sobrio, y un formato de canción “hit” que no existía por esos tiempos, y tampoco hay muchas hoy día… quiero decir que no contiene ningún golpe bajo interpretativo, no suena a que fue creado para “pegarla”… suena sincero, tal era la propuesta que teníamos todos en esos tiempos para con la música popular de este lugar.

Desde 1970, en que nos separamos los tres grandes grupos de la época, Los Gatos, Almendra y Manal, jamás volví a cantar “La balsa” ni siquiera en una reunión de amigos para embromar…

Recién realicé una nueva versión, respetando el arreglo clásico, en 1997 cuando decidí ofrecerla para la Colección del Rock Nacional que publicó la revista Noticias.

Me parecía que era una buena oportunidad para entregarle este tema a la gente, a las nuevas generaciones, a través de una colección que aparecía a precio muy económico y sin ninguna intermediación comercial tentadora, como tantas veces me han ofrecido en el ambiente.

Nunca quise cantarla desde aquella época primero porque no soy el tipo de artista al que le gusta desarrollar su carrera apoyado en “éxitos”, “clichés” o rótulos.

Quiero que la gente me vaya conociendo al mismo paso que yo voy dando al crecer humana y musicalmente. Que esta canción, al igual que tantas otras mías se haya convertido en clásico de nuestro repertorio popular es algo que me glorifica, pero no me obliga a tener que representar el mismo papel todos los días, mucho menos cuando siempre pareciera ser que la única razón es el dinero.

Mi decisión de no cantar temas viejos, y especialmente “La balsa”, se hizo mucho más fuerte cuando comencé a oír calumnias y difamaciones sobre mi autoría del tema. En contraposición justamente de un coautor, que ya había muerto trágicamente y no tenía posibilidad de aclarar esto…

Jamás acusé recibo de esto y lo viví como gajes de esta profesión, cosas que se dicen de vos cuando sos público y famoso. Ya escuché que soy del Partido Comunista en una época, luego homosexual, subversivo, drogadicto, pasando por ridiculeces como que Menem me ha dado dinero para crear mi sello Melopea, y burradas por el estilo…

Pasaron los añosy el tema siguió creciendo, transformándose en un verdadero mito.

Imaginen, si el autor e intérprete no la quiere cantar, y el coautor no puede porque está muerto…

Entonces ocurre que comienza la planificación para hacer el film Tango feroz [película dirigida por Marcelo Piñeyro, en 1993, sobre Tanguito y los primeros días del rock argentino].

Originalmente se llamaría La balsa, y tendría en su libro [guión] mucha participación de un personaje llamado Litto y un grupo rockero, Los Gatos…

Cuando me acercaron este libro (aún conserva la copia mi abogado), casi me descompongo. Este país está acostumbrado a perder la memoria, y también a que le cambien la historia, pero aceptar un libro para cine de algo en que fui uno de los más importantes protagonistas, todo cambiado, tergiversado, adaptado a un semi-romanticismo light para que prenda en la pendejada [los chavales], es mucho para mí…

Por el respeto que me tengo, y debo a mi hija, yo no podía permitir eso, por más dinero que estuviera en juego…

Así fue que me negué a dar canciones para el film y además prohibí que aparecieran citas o personajes con mi nombre o el de mi grupo de adolescencia.

El director del film y su gente de producción se ofendieron mucho.

Primero trataron de psicopatearme con que yo no podía oponerme a algo que ya era patrimonio de la gente…

Les respondí: “Estoy de acuerdo que es patrimonio de la gente, pero, ¿para qué querés ganar tanta plata vos por eso…?”.

Luego mandaron a preguntar cuánto dinero quería…

Les contesté que no era cuestión de dinero. Tan sólo quería reservarme el derecho de poder algún día contar exactamente cómo fueron nuestras cosas en aquellas épocas tan duras de los ’60…

Nunca quisieron saber realmente cómo fueron las cosas, ni tampoco aceptar qué tipo de personaje fue Tanguito. Sencillamente porque esto iba en contra de la imagen que necesitaban para que el film fuera una “pegada” comercial. El viejo truco de las películas sobre cantantes de rock que murieron de una manera trágica y extraña…

Me olvido decirles que cuando me trajeron aquel primer libro, como ya tenían acordado un préstamo del extranjero, no podían detener la marcha planificada de filmación; entonces me ofrecían que yo cambiara lo que se me antojaba del libro, para obtener el título y los  temas y empezar a rodar… allí lógicamente también me negué, argumentando que yo no soy censor de nadie, sólo quiero que si hablan de un hecho en el que participé tan fuertemente, digan la verdad…

Asistí una tarde a ver el film. Un ingenioso y despiadado producto comercial para los “chicos”.

La resonancia que tuvo en los medios, debido a su éxito taquillero, fue también hipócrita y despiadado.

Medios gráficos o televisivos, que jamás durante décadas ofrecieron el más mínimo espacio a un movimiento musical que más allá de los gustos ha sido y es el más representativo de las tres últimas décadas en este país, utilizando su espacio sobre el fenómeno Tango feroz.

¿Cómo sería esto…? ¿Como el fenómeno Soledad…? ¿Como el fenómeno de la bailanta…?

Quiero decir, en nuestro país, todo lo que deja dinero por un consumo masivo se lo comienza a denominar “fenómeno”, y lógicamente se suspende la más mínima reflexión sobre el asunto…

Exceptuando una nota [artículo, reportaje, entrevista] de dos páginas que gentilmente me ofreció en su momento el diario Clarín, donde expuse todo lo que pensaba, jamás acepté ninguna nota sobre el tema…

Me llamaban de todos lados… Un día me llaman de la producción del programa televisivo de Mariano Grondona. Me dicen que es para que asista a la noche a hacer alguna reflexión sobre esa época. Les aclaro que no asisto a mesas redondas ni polémica inútiles… Me prometen que no es así… A las dos horas llaman de nuevo de la producción para decirme que se suspende la nota…

Esa noche en mi casa, a las 22 horas, veo el programa de Grondona, y para mi sorpresa, dedica dos bloques con la presencia de casi todo el elenco de la película para hablar también del fenómeno Tango feroz. Termina su programa con una reflexión sobre “Tanguito” y las épocas duras que pasaron los jóvenes en el ’60… qué disparate…

En esos momentos de tanta confusión, tanta deformación de la historia, tanta necesidad de crear una imagen y un mito que “venda”… no escuché músicos y periodistas de mi generación que salieran al frente para desmentir esta cosa tan loca… quizás algunos quisieron hacerlo, pero no pudieron porque ya la “nota” era otra… no lo sé…

Las pocas veces que acepté hacer algún reportaje con personajes que ya eran para mí intuitivamente insoportables, me fue muy mal, muy humillante…

Tener que soportar que te entreviste alguien que no sabe nada de tu música e historia, como esa vez, con una periodista muy conocida, preguntándome a boca de jarro: “¿Es verdad que le compraste ‘La balsa’ a Tanguito por un sandwich?”… hay que ser malvado para pensar eso, y peor periodista para formularme esa pregunta…

En fin, hoy dicen muchos artistas que así es nuestra profesión, estar expuestos… no creo en eso… yo no estoy expuesto a la mediocridad, sigo mi línea, mis ideales, y eso no puede voltear ni la calumnia mejor tramada que alguien invente a través de su PC último modelo…

Algún día aparecerá alguien que quiera hacer un film que se llame La balsa y, cuente por fin la verdadera historia de nuestra generación Una historia que, adaptada a libro de cine, será por demás apasionante y finalmente comercial en el mejor sentido de la palabra. Una historia que cuente que mientras estaba Onganía en el poder político y ya ocurrían desmanes hacia los estudiantes en la Universidad, un grupo de loquitos con pelo largo deciden construir una nueva música que los representara, cantada en su idioma, con una ideología colmada de sueño y raíces espirituales…

Un grupo de loquitos que decidió no grabar un disco si no les permitían hacer lo que ellos creían honesto… Un grupo que consiguió cambiar la estética que el negocio de la música de ese entonces había distorsionado con productos banales y extranjeros.

Un grupo que logró con su éxito abrir la puerta para toda una historia nueva, y la posibilidad de realización a muchos otros jóvenes que también deseaban mostrar lo suyo…

Las miles de personas que me encuentro constantemente por Buenos Aires y a lo largo de todo el país y gran parte de América Latina, recordando a Los Gatos, saben a qué me refiero…

Darle a la juventud un film donde el personaje central es tan incomprendido que finalmente opta por tirarse a las vías… no tiene futuro…

Contar las historias como han sido realmente, con sus errores y aciertos, es la única manera de no dañar a nadie y aprovechar para crecer…

Capítulo extraído del libro de Litto Nebbia Una mirada. Reflexiones & Anécdotas de vida. Editorial Catálogos, Argentina, 2004.

Para completar información sobre Litto Nebbia, se puede visitar su web.

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