Los Cardiacos: Excepcionales e irrepetibles

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«Éramos fieles pero teníamos múltiples amantes musicales, nos gustaban muchas cosas, y también tocarlas. Si recurrimos a los grandes de la música vemos que todos sus discos tienen una gran variedad, si no no podrían haber sustentado una carrera, una cosa monotemática puede dar lugar a un disco conceptual excelente, pero si el siguiente es igual difícilmente se sujeta»

 

El box set «Integral. 30 Aniversario (1979-2009)», repasando en cuatro CDs y un libro la historia de Los Cardiacos por medio de todas su grabaciones y algún inédito, saca a la luz, una vez más, la grandeza del legado de este maravilloso grupo Leonés, pionero en descubrir sonidos y sensacional taller de creación musical. Una banda que supo cuándo había llegado el momento exacto de desenchufar sus instrumentos… tal vez demasiado pronto.

 

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: ARCHIVO KIKE JIMÉNEZ.

 

No lo tuvieron fácil quienes quisieron dedicarse a esto del rock en la España de la Transición: falta de medios, infraestructuras y, lo más importante, ausencia casi completa de una mínima educación pop en la sociedad española. Si a esto, además, añadimos que quienes estuvieran interesado en montar un grupo de rock fueran unos jóvenes de una ciudad tan poco dada a estridencias como León, el cuadro de la desolación parecía completo. Pese a ello, Los Cardiacos salieron adelante gracias al tesón de Enrique “Kike” Jiménez (guitarra y voz), Carlos Suárez (guitarra y voz), Toño Pedrada (órgano, saxo y voz) y Macario “Maco” Pérez (voz), más Chicky (bajo) y Pepe (batería).

Los dos primeros componen y a su alrededor gira el núcleo principal de un grupo que nace en 1979 con las ideas muy claras: ¿para qué dar vueltas por discográficas si uno mismo puede editar su música? Así, aquel mismo año, vio la luz en formato de cinta de casete (los tiempos no daban para mayores dispendios) Las discográficas no dan la felicidad. Compendio de parte (ocho canciones) de las grabaciones que han ido realizando durante varios meses en un pueblo de León.

Canciones grabadas con un Revox de dos pistas («hoy todavía se ven muchos –recuerda Kike– en las emisoras de radio, casi parece un aparato arqueológico pero sigue teniendo una calidad tremenda, es muy bueno») que sorprenden por lo frescas que suenan en la actualidad y que muestra a un grupo versátil que desde una base rhythm and blues podía escorarse hacia el soul, inclinarse hacia la experimentación preelectrónica o mirar con ironía al ska.

Aquella cinta de casete que copian los propios componentes del grupo («cada uno se hacía unas cuantas, grabábamos a tiempo real, preferíamos las primeras porque, como el vino, nos parecía la mejor cosecha») y luego venden en bares y locales, les abre las puertas para tocar en Asturias, Valladolid y otras poblaciones limítrofes. Ante la demanda creciente de copias de la cinta se hizo una tirada más industrial: «Se la encargamos a una empresa, y una serie de amigos las vendían en mercados, bares y conciertos. Fue una distribución anómala, porque entonces todavía era raro vender cintas musicales en los bares. La cinta se programaba en algunos sitios con una devoción especial porque veían que estaba completamente fuera de lo que eran los circuitos habituales. Eso le daba un sabor especial al asunto, con un cierto tono clandestino, que no tiene ningún sentido, pero así se veía. Por sí mismo, el boca a boca funcionó perfectamente».

Animados por su pequeño éxito local (y por las quinientas mil pesetas del premio) se presentan al concurso El Ritmo del Verano, que patrocinaba la marca Seat para lanzar su nuevo modelo de coche, el Ritmo. Los Cardiacos, tras varias eliminatorias, llegan a la final en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid y ganan el primer premio. Tras la actuación firman un contrato con Fonogram y a finales de 1980 ponen en la calle el single «Salid de noche», un divertido y sincopado ska que invita a la diversión y que será radiado con insistencia en algunas emisoras de radio. La etiqueta de grupo de ska, aunque errónea, ya está ahí. «Un locutor de Barcelona llegó a presentarnos como un grupo de «skay»… Y lo teníamos que explicar: «lo que pasa es que en el pop hay muchas vertientes y si uno no es confesional, y no es el caso, puede acercarse a muchos ritmos». Era delirante, ¿cómo se podía plantear que un grupo español se especializase en ska? Piensa en grupos de la época, Romantics, por ejemplo; todos tenían algún tema en ese ritmo, era algo normal que hubiera en el repertorio un dos por cuatro tocado de esa manera. A veces llegué a decir «no, no es eso, es un pasodoble», porque, en definitiva, no hay tanta diferencia. Teníamos educación musical de muchas horas de trabajo y de ensayo, eso viene tanto de estudiar como de escuchar mucha música, y cuando quieres escuchar mucha música tienes que diversificar porque si te pones las orejeras en un solo terreno es muy aburrido. Digamos que éramos fieles pero teníamos múltiples amantes musicales, nos gustaban muchas cosas, y también tocarlas. Si recurrimos a los grandes de la música vemos que todos sus discos tienen una gran variedad, si no no podrían haber sustentado una carrera, una cosa monotemática puede dar lugar a un disco conceptual excelente, pero si el siguiente es igual difícilmente se sujeta”.

Un segundo single, el brillante «Noches de Toisón», supondrá el último disco publicado con la multinacional. Ésta quiere que sigan sacando singles y ellos quieren lanzarse a por un elepé; no hay entendimiento y se marchan. Por en medio quedará la experiencia de haber conocido de cerca el funcionamiento de la «industria del disco» y de haber grabado en uno de los grandes estudios de la época, los que tenía Fonogram en la madrileña avenida de América. «Fue una pena que se deshicieran de ellos. Eran una maravilla, allí metían dos sinfónicas si querían. Fue una experiencia muy fuerte porque había señores con batas blancas, les llamaban ingenieros de sonido, era como entrar en un laboratorio y la verdad es que te impresionaba. Entrabas como a un examen y pensabas «aquí nos van a suspender, seguro». Llevaban los nombres puestos en los bolsillos… Era una disciplina de la que ellos no tenían la culpa, pero la empresa lo determinaba así. Luego me he enterado que se hacía igual en todos los estudios, tenían ese uniforme y esa uniformidad, que luego se perdió. Y, lo que son las cosas, tiene su lado positivo y su lado negativo, da un poco la risa, pero te colocaba en un sitio donde decías «aquí mandan éstos y hay que hacer lo que ellos digan, porque éste ya sabe de lo que va, por algo lleva el uniforme». Se movía gente de Los Relámpagos, dos de ellos estaban allí de jefes, habían preparado, por si se nos iban las cosas de las manos, que uno de ellos controlara nuestro disco, pero cuando vio cómo funcionábamos se fue de allí. No lo necesitábamos para nada, habíamos hecho un máster a razón de tres meses a diez horas diarias grabando nosotros, y habíamos aprendido bastantes cosas».

 

LA PUESTA DE LARGO
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«Creo que en los grupos se cubren ciclos y hay que reflexionar sobre el trabajo de creación de las canciones, de la música. Y eso fue lo que nos pasó. Era una especie de neojipismo en un tono deliberado»

 

Los Cardiacos se han quedado sin discográfica pero, ya se ha visto, eso no es problema para poner a la venta sus grabaciones. Así que en 1981 graban cuatro temas en los estudios Douwbletronics (donde se registrarían la mayor parte de los primeros discos independientes de los 80) que Jesús Gómez tenía en Madrid y que, con la licencia de Fusión Records (discográfica especializada en cintas de casete), autoeditan en 1982. Será el epé “El expreso de Bengala”, que sale a la venta un mes antes que la primera referencia de Discos Radiactivos Organizados (DRO), siendo así, como si estas cosas sirvieran para algo, el primer disco independiente de la oleada que se avecinaba. Aunque el epé muestra a unos Cardiacos disparando en demasiadas direcciones, el tema principal y «Pepi Pop» –que destapa la ironía de la que harán gala muchos de sus textos– solventan con notable la experiencia y sirven para que el grupo tenga un nuevo trabajo en las tiendas mientras siguen rodándose en directo.

En un par de esos conciertos coinciden con Servando Carballar y sus Aviador Dro, quien les anima a grabar en su discográfica: «Parecía nuestro sitio natural en aquel momento», explica Kike. Aunque integrados en la escudería DRO, ellos viven ajenos a la Nueva Ola y a La Movida, siguen por su camino, indagando en territorios poco explorados por la mayor parte de los grupos de aquellos años: aquí hay intención, experimentación y un sentido musical que les lleva a adentrarse, casi canción a canción, en nuevos sonidos. Pero, incluso ellos, amantes del mejor pop de los años 60, tienen que programar las baterías para el primer elepé: el batería ha abandonado y Macario tiene que ponerse detrás de los bombos sin preparación suficiente para grabar en el disco. «Luego hizo sesiones muy fuertes de ensayo y acabó dominando perfectamente la batería, pero no pudo estar en el disco y las programaciones, hay que reconocerlo, no eran lo más apropiado para nosotros». Cierto, y en algún momento este catálogo de buenas canciones chirría precisamente por ello, lo cual no impide disfrutar de golosinas como «Pánico en el hospital» (con esa deliciosa introducción instrumental: una de las señas de identidad del grupo será esto de las largas introducciones en cada tema), «Que viva Hollywood» o «Criaturas tropicales» donde acechan ritmos calientes bajo la aparente superficie atonal del caos.

Reducidos a cuarteto (Carlos, Kike, Toño y Macario), graban en 1985 el maxi “La Costa Oeste” (la que tal vez sea su más lograda canción), que marcará el inicio de una nueva época, donde un peculiar (no podía ser de otra manera) sentido de la psicodelia se apodera de Los Cardiacos, culminando el proceso con el siguiente elepé, Nuevas aventuras (que incluía una versión, «Te vas a enterar», del «You really got me» de sus admirados Kinks). El ataque psicodélico sirve para que en Nuevas aventuras sus autores se recreen en el sonido y en las posibilidades del estudio de grabación. Sin embargo, aquello no fue demasiado comprendido en su momento. «Creo que en los grupos se cubren ciclos y hay que reflexionar sobre el trabajo de creación de las canciones, de la música. Y eso fue lo que nos pasó. Era una especie de neojipismo en un tono deliberado, para nosotros era decir «basta ya de postmodernidad, basta ya de tabarra, vamos a ver qué pasa en los orígenes, porque a lo mejor ahí hay cosas de las que aprender». Recuerda que luego viene lo del garaje y todo aquello. Lo que pasaba es que lo sacamos pronto, eso no cuaja hasta un par de años después, cuando Malasaña empieza a funcionar a tope de otra manera. De todas formas, nosotros es en esa época cuando realmente empezamos a tocar con mucha frecuencia en Madrid».

Sin embargo en Nuevas aventuras ya no está Carlos, que abandona tras el lanzamiento de “La Costa Oeste”, por diferencias musicales (más tarde publicará un minielpé a su nombre: Sola en la catedral. EMI, 1989). El trío formado por Kike, Toño y Macario permanecerá unido hasta el final, pero la marcha de Carlos les descoloca lo suficiente como para tener que salir en 1989 con un doble álbum, Ethics & ethilics, en el que recogen temas de los discos anteriores, inéditos y rarezas.

 

DE HÉROES Y VILLANOS
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«Diez años es el tiempo suficiente para un grupo. Está bien medido el tiempo, hay que seguir con otras cosas. Claro, podían haber sido unas vacaciones, un reposo, pero cuando hemos pensamos en volver a tocar… Es que es imposible»

En 1991 publican Héroes y villanos (con una de sus más sonoras proclamas, «Dilo en español»; dos años después, como siempre, esta personalísima versión de un oscuro tema de los Easybeats alcanzaría todo su sentido) donde el arranque psicodélico ya ha entrado en franco retroceso y Los Cardiacos parecen reencontrarse con alguna de sus formas originales: más rhythm and blues para disfrutar con el calorcito de los garitos pequeños, más inmediatez y más guitarras sonando fuertes. El título parecía un premonitorio epitafio, y así fue.

Tras algo más de una década en activo, Los Cardiacos, que parecían infatigables e inasequibles al desaliento, tiran definitivamente la toalla. «Diez años es el tiempo suficiente para un grupo. Está bien medido el tiempo, hay que seguir con otras cosas. Claro, podían haber sido unas vacaciones, un reposo, pero cuando hemos pensamos en volver a tocar… Es que es imposible: hace dos años que falleció Macario, él era la voz fuerte, la de «Los blues de Tomás». Murió de un cáncer de huesos. Y no hay posibilidad de retorno, no. Sin la voz que conocía la gente cantando conmigo «Salid de noche», «Noches de Toisón»… no, no puede ser».

No alcanzaron nunca el éxito que auguraban sus orígenes –y que ellos nunca buscaron–, y han terminado por ser considerados unos genuinos héroes de culto. Para los aficionados al buen pop quedan un puñado de canciones cuidadas hasta el mínimo detalle, con el apasionamiento de los orfebres pop enamorados del sonido y sus posibilidades. «Sí, creo que ése es el trabajo de la música. Cuando oíamos a un grupo que decía «nosotros ya tenemos doscientas canciones», pero, ¿cómo puede ser? No, no puede ser, tiene que salir elaborado… El arreglo, justamente lo que le hace jugar un papel a cada instrumento, a cualquier cosa, a cualquier elemento de la batería. No es una cosa sencilla, no es una gran orquesta pero es parecido, en reducido; es como un conjunto instrumental, como si fuera algo más que un cuarteto de cuerda, incluso».

Tras la separación del grupo, Kike se volvió a unir a Carlos y juntos crearon el sello JCK con el que publicaron discos de otra gente. Kike, en 1999, publicó un álbum (grabado dos años antes) con otro guitarrista y un percusionista con los que recuperaba la esencia de las canciones desnudas, El Cometa Errante; incluso se acercó a la música clásica como productor de un proyecto alrededor de un manuscrito que se descubrió en la catedral de Astorga sobre órgano barroco español del siglo XVII, grabado con unos órganos de la época que todavía se conservan en Palencia. Ahora es el responsable del área de música moderna de la Escuela Municipal de León. Por su lado, Carlos montó unos estudios de grabación, Montepríncipe, en Boadilla del Monte (Madrid). Por último, Toño, el saxofonista, estuvo tocando en Dadá Jazz, un grupo de improvisación libre.

Desde el final del grupo, diversos recopilatorios han recordado su legado musical, pero la reciente caja Integral. 30 Aniversario (1979-2009) es, desde luego, lo mejor publicado hasta ahora sobre el grupo ya que recoge absolutamente todas las grabaciones que de Los Cardiacos salieron en disco (propios o colectivos), además de algunas versiones inéditas, tomadas de estudio o de directo. Todo ello presentado con elegancia y con un libro que documenta pormenorizadamente la trayectoria de la banda leonesa.

[Este Archivo es una versión actualizada de un texto publicado originalmente en la sección «Héroes de Culto», en EFE EME 34, de diciembre de 2001]

 

 

DISCOGRAFÍA DE LOS CARDIACOS:

«Las discográficas no dan la felicidad»
Casete. Autoedición, 1979

‘Salid de noche’
Single. Fonogram, 1980

‘Noches de Toisón’
Single. Fonogram, 1981

‘El expreso de bengala’
EP. Fusión Records, 1982

«Cardiacos»
LP. Dro, 1984

«La costa Oeste”
Maxi. Dro, 1985

«Nuevas aventuras»
LP. Dro, 1986

«Ethics & ethylics»
LP. Dro, 1989

«Héroes o villanos»
LP. Dro, 1991

«Lo que hay que tener»
Recopilatorio. LP, JCK, 1995

«Las discográficas no dan la felicidad. Reedición legendaria»
EP con cuatro temas de la cinta original. JCK, 1996

«Sus mejores latidos»
Recopilatorio. CD, Dro, 1998

«Sus primeras grabaciones (1979-1982)»
Recopilatorio. CD, Lollipop/Ventura, 2001

«El ritmo continúa 1985-1991»
Recopilatorio. CD, DRO, 2002

«Integral. 30 Aniversario (1979-2009)»
Caja con todas sus grabaciones. CD, Rhino/DRO/Warner, 2009

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