En el diván con Niños Mutantes

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«No creáis a ningún listillo que diga que empezó desde niño a escuchar a Frank Zappa. Todos descubrimos cómo suenan seis cuerdas gracias a ‘Cadillac solitario’, que sale con tres acordes»

El dúo granadino Niños Mutantes pasó por una de las sesiones del ciclo, con diez años a sus espaldas, «La Música Contada». Eduardo Tébar estuvo ahí y nos cuenta de algunas de las revelaciones musicales que destaparon estos indies que aseguran que Las Grecas sonaban como Led Zeppelin.


Texto y fotos: EDUARDO TÉBAR.


Hace algunos años, el líder de Los Planetas rompió una barda generacional delante de Loquillo. J se sinceró con el rocker del Clot entre las bambalinas de un escenario barcelonés: «Aprendí a tocar la guitarra con las canciones de los Trogloditas». Por lo visto, no fue ni el primero ni el último. Los también granadinos Niños Mutantes resultaron tajantes en el inicio de su participación en el ciclo «La Música Contada». «No creáis a ningún listillo que diga que empezó desde niño a escuchar a Frank Zappa. Todos descubrimos cómo suenan seis cuerdas gracias a ‘Cadillac solitario’, que sale con tres acordes», concluye el guitarrista Andrés López en el Teatro Alhambra. En efecto, ¡pero qué tres acordes! El músico Mutante ofrece una demostración pública. Con la misma secuencia suenan ‘Rock and roll star’, ‘Let it be’ y hasta el ‘With or without you’ de U2. Asombroso.

Este tipo de revelaciones convierten «La Música Contada» en una terapia saludable, amena y necesaria. El periodista malagueño Héctor Márquez lleva ya diez años paseando la idea por los escenarios andaluces. Más de un centenar de protagonistas han mostrado su lado más íntimo y confesional. Figuras capitales para entender el rock hispano, la canción de autor, el Mediterráneo o el flamenco. A su vez, la primera plana del periodismo musical especializado en España. Todos compartiendo recuerdos y canciones. Un ejercicio liberador para los relatores, que siempre brindan confidencias jugosas. El tuteo con el público favorece relaciones estrechas. El efecto contrario que las entrevistas instigadoras. Lo que Milan Kundera llamaba «el fascismo de la pregunta».

Niños Mutantes encajan y se gustan en el formato de discofórum y recital acústico. Pocos grupos en este país pueden presumir de semejante ejemplo de unión. Uña y carne desde el instituto, serpenteando por la escena indie desde los 90. Demasiado digeribles para los alternativos. Demasiado raros para el «mainstream». Los granadinos han sobrevivido a militancias paralelas (la mitad de la banda fundó a la vez Mama’ Baker, ahora desaparecidos), paternidades y negociaciones con discográficas. Su último lanzamiento, «Todo es el momento», fue distribuido por la multinacional EMI. «El ‘Como yo te amo’ de Raphael casi nos saca de pobres. Ojalá la hubiésemos firmado nosotros y no Manuel Alejandro».  En enero volverán al estudio.

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«Pertenecemos a la generación de las cintas de casete. Grabarle una recopilación a un amigo suponía un acto de autoafirmación en la vida»

«Pertenecemos a la generación de las cintas de casete. Grabarle una recopilación a un amigo suponía un acto de autoafirmación en la vida», explica Juan Alberto, cantante y guitarrista de la formación. Aunque, ojo, las contradictorias cintas de Niños Mutantes definen su sonido. El lanzamiento de «Versiones autorizadas» (2000) ya evidenciaba gustos desprejuiciados: Los Brincos, Depeche Mode, Zombies. Sin embargo, no se atrevieron a adaptar al referente definitivo, Pixies. «Escucharlos por primera vez fue un ‘shock’ para todos. Nos cambió la existencia».

Las melodías electrizadas de su debut, «Mano, parque, paseo» (Astro, 1998), bebían de vecinos como 091 y Lagartija Nick. «Nuestro local de ensayo estaba al lado del de la banda de Antonio Arias. Pegábamos la oreja para aprender de él. Le debemos mucho». A nadie extraña su querencia por Radiohead, Superchunck o dEUS. Incluso, alguna bronca adolescente en la sala Planta Baja con un saltarín exaltado durante el estribillo de ‘Smell like teen spirit’. Pero, ups, Juan Alberto testimonia una oculta devoción cañí. «Los pasajes instrumentales de Las Grecas parecían Led Zeppelin en su mejor momento». La banda le secunda y proyectan un vídeo impúdico: en el camerino, Niños Mutantes calientan motores a golpe de bordones con ‘Todo es de color’, de Triana.

Dicharacheros, Juan Alberto y Andrés López desvisten algunos de sus temas de cabecera. Estremecedores en ‘Chelsea Hotel #2’ (Leonard Cohen), el polvo más poético de la historia. «Ver a Cohen en Granada hace unas semanas me devolvió el escalofrío de saber que estás presenciando algo irrepetible», comenta el vocalista. El ‘Pale blue eyes’ de la Velvet suena aterciopelado. Y Dylan, la última obsesión de Juan Alberto, redimensionado en ‘Girl from the North Country’. Todo cabe en el universo Mutante.

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