Pedro «Peret» Reyes: la última leyenda de la rumba catalana busca las raíces con Papawa

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«Lo más fácil, que es hacer rumba, no lo hacía nadie, y pensé que ya que eso era lo que estábamos haciendo en directo, ese era el camino que debíamos seguir: Rumba en estado puro, y grabamos igual, hicimos el disco tal y como lo hacemos en directo, con dos guitarras y un bongó, voz y coros»

Pedro Reyes es, por derecho, una de las leyendas incuestionables de la rumba catalana. Ahora, tras cientos de aventuras y discos junto a Antonio González, Peret, Gato Pérez, Los Amaya o Chipén, tiene nuevo grupo, Papawa, con el que ha decido ir a la búsqueda de la esencia de la rumba, tratando de recuperar el espíritu primigenio del género, tanto en directo como en ese prodigioso disco que es «Papawa tiene la llave».


Texto: JUAN PUCHADES.


No hay duda, Pedro «Peret» Reyes (Barcelona, 1953) es toda una institución, una gran leyenda de la rumba catalana, alguien que vivió –casi siendo un niño– el mundo de los pioneros, que colaboró con ellos –en grabaciones tanto de Peret (con él estuvo desde comienzos de los años 70) como de El Pescadilla–, se le pudo ver en Eurovisión palmeando junto a su padrino el pionero Peret –¡incluso salía en sus películas!–, y tras la retirada de este en los años 80, siguió su propio camino, formando –junto a Johnny Tarradellas– el dúo Chipén, colaborando con Gato Pérez, siempre fiel a la rumba, reinventándola. Además, Reyes fue esencial para la vuelta en los 90 del Rey Peret.

En suma, Pedro Reyes ha trabajado con todos los que han sido alguien en el mundo rumbero, ha colaborado en discos de todo tipo, ha evolucionado, ha vivido algunos de los singulares métodos de la industria discográfica y ahí sigue, ahora al frente de Papawa, un grupo con el que ha decidido ir hacia lo mínimo para entregar el máximo, buscando la esencia de la rumba catalana, aquella de guitarras ventilador, palmas, bongós y voces. Y la cosa suena como un cañón, como ha quedado demostrado en el formidable «Papawa tiene la llave» (Nuevos Medios), el debut de este grupo –editado hace unos meses– en el que le acompañan los jóvenes Sam «Mosketón» y Ricardo «Tarragona Junior», el hijo del gran percusionista Ricardo «Tarragona», que, en calidad de invitado especial, se sumó a la aventura de Papawa en ese primer trabajo.

Ahora, cuando Papawa acaba de finalizar la grabación de su segundo álbum, charlamos con Pedro Reyes para que nos cuente de Papawa, una formación de obligado conocimiento por los seguidores de la rumba catalana y por todos aquellos que sientan curiosidad por las mejores y más auténticas e intensas músicas populares que se facturan en nuestro país. Todo un honor conversar con él, un dechado de amabilidad y gentileza. Para presentarnos a Papawa, el propio Pedro nos introduce en la génesis del grupo:

«Papawa salió como aquel que no quiere. Todo ha ido rodado, sin buscar nada, sin intentar nada, que creo que es cuando las cosas salen bien. A mí, de vez en cuando, me llamaban de algún estudio de grabación, para poner guitarras, palmas, coros, también, a veces, me llamaba alguien para colaborar en alguna actuación, pero ya hacía un par de años, desde el final de Chipén, que no tenía ningún proyecto, no tenía nada, hacía pocas cosas y siempre esporádicas. De repente, dos chicos del barrio, a los que conozco desde pequeñitos, Sam [Mosketón] y Ricardo [Tarragona Junior], hijo de Ricardo Tarragona, que siempre trabajó con Chipén, venía de pailas o de conguero o de bongós y hacía coros; en Chipén trabajamos juntos diez años. Entonces, un día me vienen Ricardito y Sam y me dicen «¿este jueves te vendrías a cantar con nosotros en una sala, Flamenco Barcelona?». Una sala en la calle Unión con las Ramblas, que la llevaba un hombre fantástico, muy metido en el mundo flamenco, y que tenía esta sala con un tablao pequeñito. La entrada era una tienda de discos y también vendía algunos instrumentos musicales, después entrabas un poco más adentro y detrás de una cortina había como una sala más pequeña, con el tablao, pero, nada, cabían cincuenta personas. Empezamos un jueves, luego seguimos otro jueves, había dos mesas, tres mesas, otro jueves, otro jueves, varias mesas más, otro jueves, entraba la gente y ya no podían sentarse, así hasta que todos los jueves llenábamos la sala. De repente se empezó a saber, y un día vino TV3, otro día vino Televisió de Barcelona, otro día una emisora de radio, luego venían para hacer un reportaje fotográfico para una revista. Incluso yo me preguntaba, «pero, ¿todo esto, por qué? ¿Qué quieren estos?». Pero fue así, y así es cuando las cosas salen bien, cuando todo sale de manera espontánea. De aquí pasamos al Rumba Club [proyecto estable en Barcelona para programar rumba una vez a la semana], que nació con Papawa en la sala KGB, allí estuvimos un año, todos los jueves: Papawa era el grupo residente, y cada jueves se sumaba un grupo de rumba. Estando allí, en KGB; Txarly [Brown, DJ y compilador de los discos «Achilifunk»] presentó su disco [el primer «Achilifunk»] en una sala de Madrid. Actuamos allí y vino a vernos Mario Pacheco, el director de Nuevos Medios, un sello que está volcado en el flamenco, terminamos la actuación y llaman a la puerta, yo no lo conocía, no me lo habían presentado todavía, y abro y veo a un hombre que me dice «Caballero, ¿me permite que le felicite?». Y yo, «Sí, sí, claro, muchas gracias». «Me ha gustado mucho, tiene un directo que comunica mucho con el público, de verdad que me ha gustado mucho», y se va. Luego me enteré que era Mario Pacheco. Nosotros volvimos a Barcelona y decidimos grabar un disco por nuestra cuenta, nos lo pagábamos nosotros, Txarly nos hacía el diseño y las fotos y cuando lo tuvimos listo probamos con un par de discográficas que se interesaron, pero también decidimos enviarlo a Nuevos Medios, que, claro, es una discográfica que tiene un nombre, y cuando les llegó, Mario Pacheco dijo «Hombre, habéis tardado mucho, ¡esperaba que me mandarais algo!». Todo ha venido así, rodado, y sin buscarlo.»

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«Entré con Peret con catorce años, debuté con él en Madrid, en aquella época Peret era… cómo te diría yo… hay pocos artistas en el mundo como era Peret. Porque, verás, al escenario suben buenos cantantes, suben también buenos músicos, pero ARTISTAS suben muy pocos, gente que tenga ese don de artista, como podía tenerlo Lola Flores, como lo tenía Michael Jackson… Es que hay muy pocos con el don de artistas, y Peret lo tenía»

Lo que sí habéis buscado ha sido un sonido muy natural, de vuelta a los orígenes de la rumba catalana.
Sí, esto lo pensamos porque en directo nosotros hacíamos dos guitarras y bongó, nada más, y cuando salío la idea de grabar, dije, ¡un momento! Porque rumba se hacía mucha, más que nunca, de payos y de gitanos, porque ahora, aquí en Cataluña, quizás haya más payos que gitanos haciendo rumba, y eso es bueno para nosotros, eso es fantástico para la rumba. Entonces, antes de grabar dije vamos a ver qué pasa, vamos a ver cómo está el panorama, porque grabar por grabar y hacer lo que hacen otros no tiene sentido, y descubrimos que había más rumberos que nunca, pero resultó que nadie hacía rumba, todo el mundo estaba haciendo fusión: rumba salsa, rumba jazz, rumba flamenca, rumba pop, rumba lo que sea, pero lo más fácil, que es hacer rumba, no lo hacía nadie, y pensé que ya que eso era lo que estábamos haciendo en directo, ese era el camino que debíamos seguir. Porque en directo hacíamos rumba en estado puro, y grabamos igual, hicimos el disco tal y como lo hacemos en directo, con dos guitarras y un bongó, voz y coros.

En «Papawa tiene la llave», de algún modo, habéis recuperado el espíritu de aquellas primeras grabaciones rumberas de los años sesenta, que aunque resulte alucinante, siendo un adolescente, ¡tú participaste en muchas de ellas!
Exacto, sí, sí, claro. Empecé muy joven y tuve la suerte de estar y trabajar con los que inventaron la rumba. Un tío mío que grababa en Estudios Belter, que en aquella época es donde grababan todos los flamencos y todos los rumberos de España, un día me dijo, «Pedro, ¿quieres venir a hacer palmas en algunos discos?», y claro, dije que sí, y empecé como palmero y haciendo coros con mucha gente, con Lola Flores, con Antonio González «El Pescadilla», con Luis Aguilé, Argentina Coral, con mucha gente, con todo aquello aprendí mucho.

¿Aquellas grabaciones del Pescadilla, de rumba catalana, se parecen a la forma en que habéis grabado vosotros ahora?
Sí, porque este es el estilo, es lo que hacíamos en directo y lo que quisimos plasmar en el disco. Algo que nadie estaba haciendo, este primer disco abrió una puerta que habímos cerrado incluso nosotros mismos.

Efectivamente, eso te iba a decir, la cerrasteis los propios rumberos.
Claro, los mismos rumberos, los mismos gitanos catalanes que inventamos la rumba habíamos cerrado, sin darnos cuenta, esa puerta por aquello de aquí pondremos un piano, no, ¡un piano y además cuerda! Y también pondremos pailas, y batería. Cerramos la puerta, y este disco abrió esa puerta que estaba cerrada. Esa es la novedad de este primer disco.

¿En algún momento, y estas cosas se ven con la perspectiva del tiempo, has pensado que, quizás, con Chipén os llevaba demasiado el ánimo de querer ser modernos, entre comillas?
Claro, claro, es que ahí estuvo la equivocación de muchos rumberos catalanes, yo incluido.

El propio Peret.
Y Peret también, sí. Yo entré con Peret con catorce años, debuté con él en Madrid, en la sala Follies, que es una sala preciosa, al aire libre, en aquella época Peret era… cómo te diría yo… hay pocos artistas en el mundo como era Peret. Porque, verás, al escenario suben buenos cantantes, suben también buenos músicos, pero ARTISTAS suben muy pocos, gente que tenga ese don de artista, como podía tenerlo Lola Flores, como lo tenía Michael Jackson… Es que hay muy pocos con el don de artistas, y Peret lo tenía. Cuando empecé con él hacía rumba en estado puro, rumba-rumba, íbamos dos palmeros, un guitarra española y él, nada más. Como mucho, también llevaba bongós, y aquello era pura rumba. ¿Qué pasó? Que poco a poco, como en las grabaciones está el productor, que se tiene que lucir de alguna manera, qué hace, añade más instrumentos y al tenerlos en el disco tienes que llevarlo al directo. Así que Peret también se apartó un poco del «redil» [risas].

De la pureza, por llamarlo de algún modo.
Exacto, se fue apartando. Después tuvo una época, cuando se había apartado un poco de la rumba en estado puro, que él en un momento del show decía, «Nens, dejadme solo», y se hacía una o dos canciones él solo. Porque Peret es así, Peret se coge la guitarra y lo que hace es pura rumba. La rumba tiene una cosa, y es que hay que tocar la guitarra por rumba y también cantar por rumba. La gente se cree que porque se pone a cantar y coge una guitarra eso ya es rumba, y no. Hay que tocar rumba y cantar rumba, porque la rumba, con los años, se ha hecho su forma, sus medidas y su métrica, y hay muy poca gente que toque y cante rumba. Pero el propio Peret se apartó de la rumba en estado puro, después tuvo otra época en que tuvo a su hijo como productor que le hizo un show supersalsero, porque es muy fan de la salsa, y le montó una orquesta tipo salsa, pero bien, eh, ¡muy buena!

Eso sería en los años 90, cuando regresó.
Sí, eso es, en el regreso, y aquello era pura salsa, muy bien tocada, con gente buena, con chicos de aquí del barrio, nenes que hoy son musicazos. Por eso nosotros, Papawa, queríamos hacer esto, rumba pura, porque nadie lo hacía y siguen sin hacerlo, no hay nada parecido. Nuestro segundo disco, que saldrá hacia marzo, también lleva la misma línea, lo único que hemos añadido es un bajo, que también vendrá en directo. Un bajo nos va a ayudar mucho, es como el cojín que lleva todo el peso, y nos va a ayudar muchísimo. El bajista es mi hijo, que también tiene un grupo en el que tocan rumba mezclada con música árabe, Rumbamazigha se llaman. Van cuatro gitanos y cuatro árabes, y están gustando mucho.

¿Te das cuenta, cómo han cambiado los papeles, con la gente con la que empezaste a trabajar eras el joven, el nen, y ahora eres tú el mayor entre los jóvenes?
¡Y tanto! La vida da vueltas, y además me pone muy contento, porque ahora estoy con Ricardo, con Sam y con mi hijo y a los tres los he visto nacer, y ahora voy con ellos, y como con ellos, y viajamos juntos. Es muy bonito.

¿Va a seguir con vosotros Ricardo Tarragona padre?
No, él colaboró en el primer disco y en el segundo ya no, en algunos bolos en directo también vino. Yo he trabajado con él muchos años, es un muy buen elemento. Toca la guitarra, toca la percusión, canta. Pero en este disco hemos querido cambiar un poco.

Háblame de la mesa [tanto en disco como en directo, Pedro Reyes toca con las manos una mesa de madera, tal cual, haciendo sonar en ella percusión].
Ay, lo de la mesa… En Flamenco Barcelona ya fue un éxito, y la gente pasaba al camerino y me decía, «¿qué es esto de la mesa, dónde la puedo comprar?». ¡Me preguntaban dónde podían comprar la mesa! [Risas.] Y todavía me lo preguntan cuando vamos de bolos por ahí, a veces me vienen músicos, sobre todo músicos, y me dicen, «hola, me dedico a la percusión, ¿dónde puede comprar una mesa como la tuya?». ¡Estoy pensando en hablar con un carpintero y decirles que la mesa la hago yo! Y ponerme a venderlas ¡a tres mil euros! [Risas.] Surgió en Flamenco Barcelona, ya que hacíamos la rumba en estado puro, yo me acordé de la juergas gitanas: Antes, en los bares las mesas eran de madera y me acordé que nuestras fiestas siempre empezaban con varios gitanos en un café, se sentaban, tomaban una copa, estaban contentos y uno de ellos empezaba a hacer ritmo en la mesa, el otro hacía palmas, el otro también hacía ritmo en la mesa, se ponían a cantar, luego ya venían las guitarras, los bongós, el baile, pero la fiesta siempre empezaba haciendo ritmo sobre una mesa. Luego, también me acordé de la película de Carmen Amaya, «Los tarantos» [dirigida por Rovira Beleta en 1963], en la que hay un momento en el que se sienta delante de una mesa, comienza a cantar y a hacer ritmo con la mesa, y se hace un solo de mesa con aquel nervio increíble que tenía ella. Y, bueno, dije y por qué no llevamos esa mesa al escenario y enseñamos a la gente cómo es y cómo empiezan las juergas gitanas. Y mira, ha sido un éxito, es algo que ha gustado muchísimo.

¿Grabaste en 2002 un disco en solitario que no llegó a salir?
Cosas de las discográficas, que no sé si tienen mucha pasta o son trucos, pero se lo hacen a mucha gente, ven a uno, le graban el disco, pero disco en plan bien, con los músicos que yo quería, con coros, con gente… Y nada, lo editan, que vale dinero, hacen copias y ahí se queda la cosa.

¿Entonces, se llegó a editar y quedó en un cajón?
Sí, sí, incluso yo, seis o siete meses después, llamé al director de la discográfica y le dije, «mira, que estoy cansado de preguntar qué pasa» y me dijo claramente, «Pedro, no te canses, que con esto no haremos nada». Así que antes de que tirasen los discos a la basura, ya que a mí me costó mucho hacer el disco, le dije que me trajera los discos que tuviera en el almacén, que yo se los compraba. Tengo aquí algunos, compacts y casetes, que todavía se hacían. Me los quedé todos. A mí me costó trabajo hacer el disco, componer las canciones, prepararlo, grabarlo…

¿Cómo será el próximo disco de Papawa?
El primero me pilló como en calzoncillos, porque me dijeron que en un mes grabábamos y, hombre, logré componer dos canciones, y metimos los temas que hacíamos en directo, las adaptaciones. Pero para este próximo he escrito ocho canciones nuevas, en total, de canciones nuestras en letra y música habrá diez temas. El disco está grabado, pero falta limpiar alguna cosa y masterizar, está a punto. Luego Txarly [Brown] lo enviará a Nuevos Medios, y creo que dirán que sí, que lo sacaran ellos.

¿Habrá también remezclas como regalo?

¿De Txarly?

Sí, porque en «Papawa tiene la llave» metisteis al final cuatro versiones remezcladas por amigos de Txarly, las «remezclas Achilifunk»…
Sí, sí, seguro, él hará una de las suyas.

¿A ti te gustan esas versiones?

Hummm. Sí, no está mal, cambia, le da un giro a la canción de 180 grados, es una variación y es como una propina para los que lo compran.

Casi como cuando en los tiempos del vinilo se hacían los maxisingles con versiones para discotecas.
Sí, algo así. También este, como en el primero, llevará un librillo con historias nuestras, fotos y demás, todo muy cuidado.

Para acabar, una duda personal: ¿El genial Ramonet [Ramón Reyes, hermano de Pedro, rumbero muy próximo a los de la primera generación, con solo tres discos en su haber] volverá a grabar?
Grabó «Rumba fina» hace un par de años [en realidad, en 2006], ése es el último. No sé si volverá a grabar, no se sabe.

Tiene mucha fuerza Ramonet.

Claro, es mi hermano.

¡Por eso te pregunto!
Sí, pero es lo que hablábamos antes, él grabó el disco, lo editaron, y ya está. Al menos envíalo a todas las emisoras de radio, ya sé que televisión no se puede hacer, pero muévelo un poco, hombre. Entonces, claro, está desanimado con los discos. Te pones a trabajar, a componer, te metes con la grabación, que es mucho trabajo también. Y lo editan, pero nada más. Porque si lo hicieran antes de editarlo y te dijeran, «mira, te lo devolvemos, porque nosotros no haremos nada», al menos lo puedes llevar a otro sitio, pero si está editado no puedes hacer nada, es para tirarlo a la basura. ¿Y qué vas a hacer?


DISCOGRAFÍA DE PEDRO «PERET» REYES:

Con CHIPÉN:

–»Volao». Belter, 1984
–»Pasmao!». Horus, 1987
–»Gitanos de juerga». Horus, 1988
–»Peret & Johnny, Johnny & Peret». PDI, 1989
–»Verdad». PDI, 1990

En solitario, como JUAN MADERA:
–”Tao-tao manifik”. Magna Music, 1996

En solitario, como PEDRO REYES:

–»Latin rumba». Trade Music, 2002

Con PAPAWA:

–»Papawa tiene la llave». Nuevos Medios, 2009

Nota: se mencionan los discos en los que Pedro Reyes ha estado como artista principal, porque sus colaboraciones en discos ajenos se cuentan por docenas.


Puedes escuchar a Papawa en su Myspace.

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