Rockola, Discos. 8 de mayo de 2009

Autor:

Bob Dylan
Together through life

SONY

Bob Dylan continúa reivindicando su apuesta por los sonidos añejos, el blues, el country, el gospel rural, como alegato contra unos tiempos modernos cuya impostura deplora con su actitud destajista y neotradicionalista. Together through life indaga en la vieja imaginería del amor y su radical importancia en la vida, recurrente en su obra desde antes del magistral Blonde on blonde, pero esta vez pasa como de puntillas sobre el tema, subrayando sobre todo el sonido grasiento, de bar de pueblo tejano, la genuina seña de identidad de Dylan en el siglo XXI.
Un Dylan que aprovecha la edición de este álbum escrito y grabado en un tiempo récord para acentuar la importancia que está teniendo en su obra el programa de radio que presenta (Theme time radio tour), tan identificado con las músicas anteriores al advenimiento del rock’n’roll: en la edición especial, se incluye, además del disco original, otro con uno de sus espacios monográficos y un DVD extra de entrevistas. Así que el Dylan más moderno es también el más arcaico, con constantes referencias al blues de Chess (en el tema cofirmado con Willie Dixon y en otro, “Beyond here lies nothin’”, que omite el más que evidente parecido con el clásico de Otis Rush “All your love”) y a esa música fronteriza que aprendió a amar junto a su viejo compinche Doug Sahm, tristemente desaparecido.
Hay, claro, grandes canciones en el álbum (“Jolene”, “If you ever go to Houston”, “This dream on you”, “I feel a change comin’ on”) y una banda prodigiosa detrás, con el añadido del acordeón de David Hidalgo: algún día habrá que enfatizar acerca del magisterio de estos músicos que ya llevan años acompañando a Dylan, con el bajista Tony Garnier a la cabeza.
Dylan, sí, en estado puro, garganta de lija incluida, una bendición del maestro, otra más, en estos tiempos inciertos y cambiantes.
LUIS LAPUENTE.

Lagartija Nick
Larga duración

EVERLASTING

Larga duración es el décimo disco de los granadinos Lagartija Nick. Si un sismógrafo dibujara las sacudidas de su trayectoria lo llenaría todo de líneas bulímicas y espasmódicas, de subidas y bajadas propias de una arriesgada y cambiante montaña rusa.
Los Lagartija Nick ofrecen ahora un catálogo de piezas despojadas de ornamentación, que no quieren saber nada de todo lo que resulte opulento e innecesario. Van al tuétano de la canción. Eluden entretenerse en su epidermis, en el oropel sonoro de anteriores entregas que los confinó a banda de culto. Continúan viviendo su segunda juventud y no hay síntomas de decrepitud. Construyen melodías de luminosa belleza pop, pulsión post punk, sonido ruidoso y distorsionado, minutaje sumario y conciso, imaginario vanguardista repleto de audacia intelectual. Son Lagartija Nick y no hay nadie en los amplificadores mediáticos con quien compararlos.
El disco desmiente el título. Se agota en una media hora que no parece durar más de diez gloriosos minutos. Hay deliberada inmediatez, celeridad de cronómetro, urgencia, calculado apremio. Disco muy aconsejable como ejemplo de no perder el tiempo en lo accesorio e invertirlo en la inmediata detonación de la belleza.
JOSEMI VALLE.

Motel
Animales de compañía

FACTORÍA AUTOR

Cuando comienza a sonar Animales de compañía lo primero que sorprende es, valga la redundancia, lo bien que suena. Pulcra producción, nítida, detallista, que se mantiene a lo largo de todo el álbum. Una buena forma de empaquetar una lustrosa colección de canciones que Motel (¡no confundir con el grupo mexicano!) se han encargado de preparar con un esmero patente. Y es que lo que esta banda de Castellón hace es dignificar el pop cristalino español que en los años ochenta facturaban con acierto bandas como Tam Tam Go!, aquel género que aun siendo accesible tenía esa profundidad que, en nombre de la comercialidad, ha sido aniquilada en las últimas décadas.
Según suena la inicial “Vida perra” (¡una de las canciones del año!) y el oyente percibe que Motel serían capaces de pulverizar al 95% de los grupos que copan las listas de éxito. Y no sólo eso, sino que además tienen un empaque, una solidez, más propia del rock robusto que del pop, aunque los estribillos luminosos apunten hacia las masas –que buena falta tienen de propuestas sinceras. Los tipos se mueven como pez en el agua sobre las melodías, sin resultar cargantes ni azucarados y sí auténticos. ¡Convicción se llama!
Animales de compañía viene a recoger una selección de temas que el grupo ha ido componiendo y grabando para autoediciones. Y aun así el contenido tiene forma, tiene carne y cohesión. “Cayendo a tus pies” es un hit en potencia, “Decir adiós” es una jugada magistral (¡gran versión de Cecilia!), “Cartas de Julia” es simplemente emocionante (deudora del “Friday I’m in love” de The Cure) y uno no deja de pensar que el público de Los Secretos o incluso Amaral debería aupar al grupo a la primera división.
Es tu responsabilidad ayudar a que la música de calidad continúe viva, Motel han grabado un gran trabajo, ahora eres tú (¡sí, tú!) quien debe valorarlo y engrandecerlo aún más. Es hora de apoyar más que nunca las nuevas propuestas musicales patrias, que en los últimos años están alcanzando un nivel más que sobresaliente. Hay que estar a la altura y Motel lo están.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Espanto
Ísimos

BIRRA Y PERDIZ

Cuesta asumirlo porque como todas las revoluciones ha sucedido de la noche a la mañana, pero ya y dolorosamente se ha perdido todo ese magma que daba aliento a los grupos nuevos, ese trasiego de maquetas, radios, envíos, esperanzas, descubrimientos se ha empobrecido hasta límites insospechados y la ilusión se ha instalado en un incómodo Myspace. Nada grave, al fin y al cabo, ello supone que los grupos han de acudir de nuevo al ingenio –y vaya si lo han conseguido Los Punsetes, por ejemplo– y escapar de artilugios web que son muestrario infinito más que enlace con el público.
Así que se agradece sobremanera la voluntad del sello Birra y Perdiz de no cejar en el empeño de buscar esos grupos y del dúo riojano Espanto de salirse de esa uniformidad. El caso es que éstos han facturado un segundo disco escaso en las canciones –ocho– pero impresionante en los resultados. Sólo con dos de sus cortes se retrata esa voluntad de recrearse en los heterodoxos que ya venía de su primer disco, ese espíritu de las hornadas irritantes, o El Niño Gusano o ciertos cantautores. “La cotilla”, por ejemplo, es pura Vainica Doble, al fin recuperadas desde su misma sangre: la misma recreación de tipos, aunque ahora menos ácida, la misma melodía fantasiosa, el mismo cariño a las canciones, el mismo rodeo preciso a la vida, la misma magia que sostenía a muestras hadas favoritas. Y “El último día de las vacaciones” explota en forma de bossa ese costumbrismo fugaz, una mirada sorprendida y tierna –“un niño llorando entre los conductores”– que llena de serenidad el mundo.
Canciones esqueléticas y orfebrería en los arreglos, el piano de “Ciento volando” que calca al del maestro Reverendo, el monólogo de una casa vacía en “La casa”, la insondable e hiriente soledad de “Ya vendrán otros”, la decadencia perfecta que recoge “El final de la fiesta”. Lo de siempre, grupos que están destinados a la categoría de olvidados, pero que al fin y al cabo salvan la música.
CÉSAR PRIETO.

Julio García
Chegará

ESCALERA GRABACIONES INTRÉPIDAS/IBERAUTOR

Chegará es el primer trabajo no instrumental del guitarrista madrileño Julio García (de los seis que ya cosecha), sin que por ello haya mermado el lirismo que la confortable carga armónica de sus guitarras confiere siempre a su música. Hace ya cuatro años tuvo un “satori” por la música brasileña, y desde entonces ha encaminado sus pasos en esa dirección.
Aunque llega a tocar aquí hasta 25 instrumentos diferentes, su idea era concentrarse más en labores de composición y producción (con ayuda de su mujer, Carmen Ros, letrista de las canciones y corista). Así consiguió convencer a más de un artista brasileño de su predilección que fue arribando por Madrid (los presupuestos mandan y él nunca viajó a Brasil, lo que era también importante para preservar su visión personal y particular ante el proyecto). El gran hallazgo fue poder contar con la nueva dama del jazz brasileño, Lenna Pablo. Con ella grabaron hasta nueve de las catorce piezas del álbum (Julio es músico conciso que gusta de piezas cortas: rara vez duran más de tres minutos). También la participación del coro malgache de niños ciegos Malagasy Gospel, con el que Julio y Carmen ya habían grabado para ellos la pieza que da nombre al disco. Otros músicos importantes que han participado son la violagambista mexicana Lourdes Carranza, el guitarrista Rodrigo Munuera y el violinista brasileño Paulo Vieira.
Chegará es un trabajo reservado e introspectivo, con un bellísimo sentido poético de las voces, y que permite ampliar la paleta estilística del músico en más puntos cardinales, al abarcar, también, por contigüidad musical, elementos criollos de la lusofonía africana. Lo de Julio es un caso inaudito de francotirador solitario que merece la mejor de las consideraciones.
GERNOT DUDDA.

Leo
Títere con cabeza

DFX RECORDS

La primera aventura del vocalista Leo Jiménez en solitario es un disco de género. Es decir, puro heavy metal. No estamos ante un álbum dirigido a aquellos que no disfruten de las virtudes y tópicos del citado estilo, pero tampoco es la intención. La propuesta de Leo es sincera y de gran empaque, perfecta para los seguidores del metal español o para aquellos que, alejados de prejuicios inútiles, quieran prestar atención a la forma en que nuevas generaciones entienden el heavy metal. Títere con cabeza es un magnífico ejemplo de cómo otorgar nueva vida a un estilo musical clásico, siguiendo el mismo camino que luminarias como Bruce Dickinson (Iron Maiden) o Rob Halford (Judas Priest) ya anduvieron al margen de sus aventuras grupales, reinventando el género mediante discos en solitario como Resurrection o The chemical wedding.
Leo se hace acompañar de una gran banda para revisar el heavy desde una perspectiva novedosa, con instrumentación cuidada, agresiva y recia (atención al guitarrista Ix Valieri, pieza fundamental en el trabajo). Por su parte, el cantante y compositor hace alarde de una voz privilegiada, de múltiples registros y de un sentido artístico francamente interesante, pues parece muy centrado en ofrecer una visión propia y novedosa.
En los tiempos que corren, propuestas como la de Leo y su banda (¡qué banda!) son necesarias para cerrar las bocas de los típicos “alternative kids” (centrados en sus “hypes” de medio minuto de duración) y para tratar de abrir el mercado a nuevas propuestas musicales más allá de los nombres clásicos y caducos que todos conocemos. Aquí hay alma y corazón.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Brian Caffrey & The Others
The demon of fear

QUADRANT RECORDS

Para aquellos que no lo conozcan –que supongo, serán una mayoría de nuestros lectores– les diré que Brian Caffrey es un cantautor británico emigrado a nuestro país, el cual, desde hace unos años ya, vive instalado en una pequeñísima localidad llamada Granyena, ubicada en la comarca leridana de Les Garrigues –sí, la del aceite– de la que sale de vez en cuando para actuar o, como en este caso, para dar a conocer sus canciones de más reciente cuño. Su estilo es el del clásico cantautor folk-rock y sus tonadas, intimistas y rockeras a la vez, son depositarias de un enorme talento compositivo y capaces de expresar motivos de la vida cotidiana pero, a la vez, emociones de lo más intenso.
Este The demon of fear, presenta hasta catorce joyitas en formato acústico y excelentes arreglos en el que supone el primer trabajo con su nueva banda The Others; álter ego de Los Crazy Horses (Jaume Piqué, batería, percusiones y voces; Quim Ramon, bajo y contrabajo; y Xavi Roma, guitarras y voces), un grupo local bastante conocido y que cuenta en su haber con varios trabajos discográficos de mérito entre los que destaca su álbum de homenaje en catalán al gran Neil Young de hace unos pocos años.
En esta reciente entrega discográfica, su máximo protagonista canta, toca la guitarra acústica y la armónica junto a su grupo de acompañamiento eléctrico y de armonías vocales, con un objetivo claro: disfrutar él y hacer disfrutar al oyente mediante una apuesta personal e intransferible plasmada en un abanico de matices y colores que este “ermitaño” irlandés dibuja como nadie gracias a su afilado aunque siempre consecuente ojo de observador terrenal.
JAVIER DE CASTRO.
The Jim Jones Revue
The Jim Jones Revue

PUNK ROCK BLUES/LOCOMOTIVE

Se oye el croar de una rana, que parece perdida en la noche, y todo se presenta tranquilo pero, como un tren de mercancías a toda velocidad y sin freno, irrumpen un teclado y una sirena. Todo explota por los aires. Empieza el show de Jim Jones, el británico que se prende fuego por mantener viva la cada vez más diminuta llama del rock’n’roll primigenio. Se deja el alma y el cuerpo en la causa, y en ello le acompaña su banda, especialmente y con todos los honores, el señor Rupert Orton, otro que no se anda con cortapisas. Es “killer rock” y al frente matadores, fieras que supuran ritmo y energía. Teclados que echan chispas, juerguistas guitarras distorsionadas y una batería trepidante que no dan respiro. Jim Jones, que fuera miembro de los brutales Three Hypnotics, deja claro de dónde viene. Se marca dos grandes versiones de Little Richard (“Hey hey hey hey”) y Jerry Lee Lewis (“The Meat Man”). Son simplemente ganas de divertirse y divertir al personal. Como los viejos tiempos. Aleluya.
FERNANDO NAVARRO.

Los Tiki Phantoms
Y el ejército de las calaveras

B-CORE

El Beat, El Bravo, El Kahua y El Caníbal son los seudónimos tras los que se esconden los calavéricos miembros de Los Tiki Phantoms, un cuarteto catalán dedicado al surf-rock instrumental, un género que en los últimos tiempos ha captado centenares de adeptos gracias a bandas como Los Coronas (cuyo último disco también fue comentado en esta sección hace escasas semanas) y los propios Tiki Phantoms. Y el ejército de las calaveras es su segundo trabajo tras Regresan de la tumba (2006), ambas referencias editadas por el sello barcelonés B-Core. Es legítimo que el neófito pueda pensar que todos estos discos son repetitivos, que todos suenan igual. Nada más lejos de la realidad. Sí que es cierto que están cortados por patrones similares y que sus influencias son clarísimas (Dick Dale y compañía) pero, por poner un ejemplo reciente, si Los Coronas apuestan ahora mismo por el sonido más fronterizo a los spaghetti western, Los Tiki Phantoms  optan por dar un toque más marcial y tribal a sus afiladas guitarras potenciadas con reverb. Por tanto, Y el ejército de las calaveras merece una audición detallada para comprobar que además del surf instrumental, Los Tiki Phantoms toman prestadas influencias del beat y del garaje y que gustan de apretar el acelerador cuando interpretan la mayoría de los temas que integran este disco. ¡Gracias al Dios Tiki por alejar a estos cuatro catalanes de las sardanas!
ÀLEX ORÓ.

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REEDICIÓN

Lenny Kravitz
Let love rule (20th anniversary deluxe edition)

VIRGIN/EMI

Músico sensibilizado por la corriente de amor universal, sagaz, ambicioso, detallista y cultivado, el neoyorquino Lenny Kravitz publicó en 1989 Let love rule sin saber probablemente que con este trabajo inauguraría una general impostura rockera para la inminente década de los 90. Un modelo pro MTV que sabría aprovechar a favor los fuertes avances producidos en mercadotecnia, aun reteniendo un mensaje (todavía) libre de sospecha (la posterior llegada de Nirvana y su Smells like teen spirit dejaría a todos en clara evidencia, aunque para entonces Kravitz ya estaría muy lejos).
Sin ser su mejor trabajo ni llegar a inventar absolutamente nada nuevo, es el que mejor comprime su glosario rockero, que acertó a cruzar con la ideología melódica y armónica de John Lennon y una voz que bien podría haber tomado de un vibrante y setentero Stevie Wonder. Piezas como “Let love rule” –esa mezcla impune de “Purple rain” y “Hey Jude”–, “My precious love”, “I build this garden for us” o “Mr. cab driver”, son de sobras conocidas. En sus trabajos siguientes, Kravitz ganaría en sofisticación (y comercialidad) incorporando violines, metales y mellotron (antes de caer en su definitiva y estéril megalomanía), pero aquí, de momento, preservaría cierta inmediatez sonora, lo que era fundamental para el directo.
Precisamente el segundo CD de esta edición de lujo reproduce parte de sus actuaciones en el The Paradise de Boston (diez temas) y en el The Paradiso de Amsterdam (dos temas). El primer CD recoge el LP original al completo, más seis piezas adicionales entre maquetas, demos, tomas alternativas y caras B. Sus versiones le delatan favorablemente: por un lado, en estudio, la salvaje “Cold turkey” (Lennon), y por otro, en directo, ese manifiesto de la década de las flores que fue “If 6 were 9” (Hendrix). Una buena forma de subrayar sus devociones y que serviría de aviso a navegantes despistados en unos comienzos en los que –no hay que olvidarlo– él era más famoso por ser novio de Lisa Bonet que por otra cosa. De momento, claro.
GERNOT DUDDA.

 

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